El objeto primordial de los mismos es absorber dichas secreciones, realizar un efecto emoliente y suavizante de la piel y, en definitiva, reducir o incluso evitar, si es posible, las manifestaciones de los efectos antes indicados (enrojecimiento, picor, escozor) que, de no ser tratados, pueden derivar a cuadros de dermatitis que a su vez pueden complicarse con infecciones secundarias (fúngicas o bacterianas).