Una farmacia distinta, centrada en el paciente

Ana M.ª Quintas cuenta con una dilatada experiencia detrás de un mostrador de farmacia. «Durante 38 años fui titular de una farmacia en Móstoles y actualmente soy titular, junto con mi hija M.ª José Justo, de una farmacia situada en la calle Feijóo, en Madrid capital.» Su hija está actualmente de baja maternal.

Una farmacia distinta, centrada en el paciente

Inauguró la farmacia un 23 de enero. «Lo recuerdo muy bien porque, ese mismo día, me diagnosticaron un cáncer de mama; por la mañana abrí la farmacia y por la tarde vino mi hijo, que es urólogo, con la noticia. En Móstoles estuvimos desde el 21 de marzo de 1977 hasta junio de 2016, y en nuestra farmacia actual estamos desde el 23 de enero de 2017. Creo que ya será mi farmacia definitiva», nos comenta convencida.

Ni la tradición familiar ni una vocación temprana la impulsaron a estudiar la carrera de Farmacia. «Mi vocación juvenil era Medicina, concretamente cirugía.» Sin embargo, a su madre sí que le hubiese gustado estudiar Farmacia, pero se licenció en Letras. «Mi madre siempre tuvo la esperanza de que yo estudiara lo que a ella le hubiese gustado estudiar», pero con 17 años Ana M.ª Quintas le dijo a su madre que quería hacer Medicina. «Aunque también quería casarme y formar una familia, y tenía dudas sobre cómo compatibilizar la vida de un cirujano al que llamaban a cualquier hora y una vida familiar con hijos.» Esas dudas permitieron a su madre sugerirle por qué no hacía Farmacia. Ana María recuerda perfectamente su respuesta: «¿Farmacia?, pero si eso es estudiar para tendero».

Por aquel entonces, la visión que ella tenía de la farmacia era la del mancebo que trabajaba en la que estaba situada en la esquina de su calle. Afortunadamente, su madre le dijo que «si estudiaba Farmacia podría hacer la farmacia que quisiera», y ella le planteó el siguiente reto: «Le dije: mami, si voy a la Facultad, estudiaré al menos 2 años y te prometo que, mientras esté allí, voy a poner todo el interés para que me guste». De aquellos inicios recuerda que participó en actividades del Departamento de Botánica: «Iba todos los días al campo, a ver si aquello me gustaba, aunque sin mucho éxito». El segundo curso tampoco le entusiasmó demasiado, pero, a pesar de todo, insistió e hizo el tercer curso. El gran cambio se produjo en ese periodo. «En cuarto y quinto me enamoré de la Farmacia. Tuve la gran suerte de tener un profesor que era médico e impartía clases tanto en Farmacia como en Medicina.» Con él pudo compartir sus inquietudes profesionales: «Aquel profesor me introdujo en la dinámica del hospital y allí viví lo que era otro tipo de atención. Él me abrió el camino para hacer un tipo de farmacia diferente».

Una farmacia distinta
Se licenció en Farmacia y obtuvo el título de Especialista en Análisis Clínicos, aunque nunca desarrolló esta especialidad. «La verdad es que desde el principio tenía la idea de una farmacia distinta, no de una farmacia al uso. Me encantaban la promoción de la salud y la prevención de la enfermedad. Creo que eso marca mi trayectoria profesional; siempre fui indagando y buscando algo más.»

Los inicios estuvieron centrados en la fitoterapia: «Me gustaba y me interesaba mucho. Por aquel entonces muchos colegas me llamaban con cariño La Hierbas». Profundizar en la fitoterapia la llevó a conocer más la medicina ortomolecular (una disciplina que ya conocía de oídas porque algunos de sus colegas sanitarios la manejaban), y de ahí pasó a la homeopatía, a la medicina biorreguladora y a conocer laboratorios especializados en esas disciplinas y en otras como las sales de Schüssler y las flores de Bach. «El propio ejercicio de la profesión te lleva a investigar y a conocer otras cosas. A mí me pasó con una niña trasplantada a la que nadie le podía dar nada; todos teníamos un miedo que nos moríamos. Ahí surgió mi interés por conocer qué era la homeopatía.»

Se formó con un especialista francés: «Reconozco que me costó asimilar los conceptos en los que se basaba, pero me dije que no porque yo no conociera en profundidad la homeopatía debía dejar de probar sus propiedades. Lo cierto es que a mí me ayudaba a resolver algunos problemas de los pacientes».

La primera farmacia de Ana M.ª Quintas, como ya había imaginado en sus años de estudiante, siempre fue una farmacia diferente a la mayoría. Como dice ella, «ni mejor ni peor, pero distinta». Una de las características que le gusta destacar es la oferta de mucho consejo: «Siempre he intentado que el paciente me contara sus sentimientos, sus sensaciones, sus historias, mientras yo investigo». Ana M.ª Quintas tiene una actitud respecto a la profesión que ella define como abierta: «No digo no a nada, intento conocer e incorporar cualquier remedio que tenga una base científica, que tenga resultados positivos y sobre todo que no cause daño». Lanza una velada crítica a los que rechazan esta práctica: «Aunque ahora las llamen seudociencias, me da igual, yo me guío por los resultados, es mi filosofía de vida. Mi objetivo es ayudar a una persona; si el tratamiento la mejora, estupendo».

Nueva farmacia, nuevo barrio
Ana M.ª Quintas es una veterana de la farmacia, pero ha tenido que renovarse. Tan sólo hace 2 años que inició un nuevo proyecto junto a su hija, M.ª José Justo, también farmacéutica, en una farmacia nueva, en un barrio nuevo y con un perfil de clientes diferente al que conocía en su anterior farmacia de Móstoles.

Implantar su propia manera de ejercer la profesión y lograr que el barrio la aceptase no fue fácil. «Fue una farmacia que costó lo suyo, porque había muy malas costumbres, como el adelantamiento de medicamentos y dispensar medicamentos sin receta. Pero al final los clientes acaban entendiendo que cambiar estas malas costumbres es bueno para su salud.» Su especialización en terapias naturales le ha servido también para este objetivo: «En muchas ocasiones, existe alternativa terapéutica sin que se precise un medicamento de prescripción médica».

La farmacia actual de Ana M.ª Quintas está situada en una zona céntrica y cosmopolita por la que transitan personas de otros países en los que el conocimiento de las terapias naturales está mucho más extendido. «La globalización también está llegando a este campo», nos explica.

El tipo de barrio y de público, además del especial interés de su hija, también les ha permitido especializarse en dermocosmética. «En Móstoles teníamos cosmética y hacíamos seguimiento, pero no abarcábamos tantas firmas porque era un público distinto. Aquí tenemos mucho público de paso y nos permite tener muchas firmas, lo que nos obliga a tener mucho conocimiento. No es posible aconsejar sin conocer», afirma con contundencia.

Colaboración
Ana M.ª Quintas siempre ha creído que la promoción de la salud y la prevención de la enfermedad son elementos clave del ejercicio profesional del farmacéutico en la oficina de farmacia. «En Móstoles ya hacía muchas sesiones en el centro de salud en colaboración con los médicos de atención primaria, y lo añoraba, así que decidí darle continuidad aquí.» Colabora también en un proyecto municipal enfocado a las personas mayores que están y se sienten solas: «Es algo que yo ya hacía de manera muy casera en Móstoles, donde conocía a todo el mundo e intentaba ponerlos en contacto con personas que compartieran intereses, así que empezamos a hacer grupos de clientes con el objetivo básico de que las personas mayores no estuvieran solas». Está convencida de que el farmacéutico debe colaborar en estos proyectos sociales y de que la colaboración con otros sanitarios es fructífera y puede proporcionar beneficios tangibles para la salud de las personas.

Equipo formado
El equipo de la farmacia lo componen seis farmacéuticas. «Los viernes se hace formación interna de dos y media a cuatro y media. Entendemos que es importante, y lo cierto es que están encantadas. El equipo –añade– debe compartir conocimientos, y todas tenemos que saber argumentar y tener criterios uniformes.»

Algunas consultas específicas las resuelven las dos titulares o una adjunta con mucha experiencia, pero la generalidad la tienen que conocer todas: «Es importante transmitir criterios coherentes respecto a los productos y también sobre la utilización de medicamentos y los criterios de selección de los tratamientos farmacológicos. No debemos transmitir mensajes contradictorios que puedan confundir al paciente».

La farmacia tiene un horario de atención al público de 12 horas, de lunes a sábado: «Creo que es el horario que demanda este barrio».

La farmacia de Ana M.ª Quintas pertenece a un grupo de farmacias: Farmacia Amiga. «Por el momento todos los grupos, bajo mi punto de vista, están muy centrados en el tema de las buenas compras, y yo creo que eso es pan para hoy y hambre para mañana. En mi opinión tenemos que centrarnos más en protocolizar la manera de actuar, porque eso será lo que nos hará imbatibles.» No cree que el futuro esté basado exclusivamente en el precio del producto. «Yo confío en que existe un buen número de personas que valoran el valor añadido que aportan el conocimiento y la experiencia del farmacéutico», sostiene, aunque es rea­lista y tampoco cree que pueda existir una diferencia de precios exagerada: «Debemos ser más eficientes para poder ser más competitivos».

Futuro: conocimiento y especialización
Ana M.ª Quintas ve el futuro de la oficina de farmacia con optimismo si es capaz de adaptarse a los tiempos que vienen: «La farmacia comunitaria va a ser distinta –afirma, y añade–: Debemos construir una red de farmacias potentes y especializadas. La especialización es la base. La formación es la herramienta para lograr ese objetivo. El conocimiento del farmacéutico es muy sólido y debe reciclarse permanentemente. Nuestros estamentos (Consejo, colegios, etc.) tienen que enfocar su actividad principal en esa dirección.»

Desde un punto de vista empresarial, la farmacia ya no es la de hace 40 años, reflexiona, pensando más en su hija que en ella misma. «La farmacia ahora mismo es un puesto de trabajo que requiere especialización. La época gloriosa, desde el punto de vista económico, la viví yo. Durante esos años hubiera podido permitirme el lujo de una vida cómoda y que un mancebo llevara la farmacia.»

Está convencida de que la farmacia continuará, aunque no sabe vaticinar la dirección que tomará: «La figura del farmacéutico –dice– continuará siendo necesaria, debemos poner en valor su conocimiento sobre el fármaco, su participación en campañas de prevención de la enfermedad y promoción de la salud y la colaboración con otros profesionales sanitarios».

Después de tantos años, Ana M.ª Quintas mantiene la misma esperanza que tenía cuando sus compañeros la apodaban La Hierbas. La esperanza de una farmacia distinta, en la que sea evidente que existe mucho más que la simple entrega de una caja de medicamento. Un establecimiento sanitario especializado en el que se respire, además del aroma de sus plantas, el conocimiento y la experiencia del alma de la farmacia: el farmacéutico.

Farmacia Quevedo
C/Feijóo, 12. 28010 Madrid
Teléfono: 914 45 68 04