Los estándares de la temperatura del vino están perfectamente delimitados: blancos jóvenes entre 7 y 9 grados, blancos con cuerpo o barrica entre 9 y 11, rosados entre 8 y 10, tintos jóvenes y ligeros entre 11 y 14, tintos más viejos o con cuerpo entre 14 y 16, espumosos jóvenes entre 6 y 8, y gran reserva y más viejos entre 10 y 12 grados. Hasta aquí todo correcto y entendido, pero ¿de dónde se sacan estos valores? Las sustancias responsables de los aromas y los sabores que tanto nos gustan en nuestro vino se ven altamente influidas por la temperatura.
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