Después de los egipcios, los griegos fueron la otra gran potencia vitivinícola del mundo antiguo, cuidando y cultivando la vid. Su desempeño en mejorar el vino lo llevaban a cabo añadiendo aromas y especias como miel, agua de mar y resina de los pinos. Estos añadidos corregían las deficiencias organolépticas y la acidez del vino.
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