«La farmacia como empresa cobra sentido en el momento en que es capaz de satisfacer las necesidades sanitarias de sus clientes de manera rentable». Son palabras de Rosalía Larrey, experta en retail y profesora de la escuela de negocios Esade. La vertiente sanitaria de la oficina de farmacia, añade, es precisamente su valor diferencial respecto a otros canales, hecho que va ligado a la necesidad de rentabilidad, «que es condición necesaria para la supervivencia a medio y largo plazo de toda organización. Por tanto, diferenciación o valor sanitario y continuidad son dos conceptos inseparables en el management de la oficina de farmacia». Rosalía Larrey opina que el hecho de que el farmacéutico haya sido históricamente un sector tan regulado «ha frenado el impulso innovador de muchos propietarios de oficina de farmacia y ha hecho especialmente difícil la gestión del cambio en estas organizaciones».
La situación económica actual, que exige competitividad e innovación, obliga a los profesionales de la farmacia a llevar a cabo una gestión dinámica. Estos nuevos tiempos hacen que el farmacéutico se preocupe por la óptima gestión del stock y valore incluso la necesidad de formar parte de un grupo de compras o de introducir determinadas mejoras en la oficina de farmacia. Sin olvidar que en muchas ocasiones se hace necesario poner en marcha nuevas y mejores técnicas de venta o herramientas de marketing que le permitan aumentar la rentabilidad de su negocio.
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