Las células viven «inmersas» en un entorno fisiológico denominado matriz extracelular (responsable del funcionamiento de la piel), en la que encuentran los componentes necesarios para su desarrollo y renovación. Dicho ecosistema se desequilibra a causa de factores externos (agresiones, actos estéticos, intervenciones, quemaduras, rayos solares) y/o internos (envejecimiento biológico o desajustes hormonales). Esta es la razón, por la que las células no encuentran los nutrientes necesarios, de manera que no se desarrollan ni renuevan de forma adecuada.
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