El alarmante incremento en las tasas de sobrepeso y obesidad en la mayoría de los países del mundo sigue siendo un problema de salud pública de primer orden que preocupa no solo a la clase científica, sino también a las administraciones y organismos gubernamentales responsables de la salud. La industria farmacéutica lleva años auspiciando ambiciosos planes de investigación centrados en el tratamiento de esta patología. A pesar de todo ello, el arsenal terapéutico para el tratamiento antiobesidad sigue su travesía por el desierto con el objetivo de encontrar nuevas alternativas terapéuticas eficaces y seguras para combatir esta enfermedad crónica –la obesidad– que la propia OMS catalogó en 1998 como «la epidemia no infecciosa del siglo XXI»
Definición
Las primeras referencias del síndrome metabólico (SM) datan de la década de 1920; sin embargo, su término no fue acuñado hasta finales de la década de 1970 para definir la concurrencia, en un mismo individuo, de distintas situaciones clínicas y factores de riesgo directamente relacionados con la obesidad, la diabetes y las enfermedades cardiovasculares, entre otros; si bien, no fue formalmente propuesto y unificado hasta 1999 por un grupo consultor de la OMS. El síndrome metabólico –también denominado Síndrome X, de Reaven, de insulinorresistencia, síndrome plurimetabólico o CHAOS– se define como la conjunción de varias enfermedades o factores de riesgo en un mismo individuo que aumentan la probabilidad de padecer una enfermedad cardiovascular o diabetes mellitus.
«Mi hijo me come muy mal ¡No sé qué hacer! Siempre había sido un bebé muy glotón y ahora, en cambio, no consigo que pruebe nada. ¿Puede aconsejarme algo que le abra el apetito?» No tendríamos que pasar demasiado tiempo tras el mostrador de una farmacia antes de enfrentarnos a frases de este tipo formuladas por una madre o un padre angustiados ante la inapetencia crónica de su hijo/a. La realidad es que casi la mitad de las familias españolas con niños entre 1 y 10 años atribuye a sus hijos la calificación de «malcomedores», y que los trastornos alimentarios prepuberales son un fenómeno emergente en las consultas de los pediatras.
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