Om es el mantra más conocido en la cultura occidental, pero, sin duda alguna, en el entorno del sector de las farmacias existen algunos que podrían competir en popularidad con la famosa sílaba que nos llegó del Tíbet.
La realidad de los últimos gobiernos en minoría parlamentaria y el previsible gobierno de coalición –llamado, eufemísticamente, de geometría variable– que ha salido de las pasadas elecciones del 28 de abril nos ponen ante una tesitura muy favorable para que un sector como el del medicamento pueda empezar a pensar en negociar una regulación estatal para las cuestiones pendientes.
Hacía meses que no nos veíamos y que no habíamos cambiado impresiones. Antes lo hacíamos a menudo, pero las circunstancias lo cambiaron todo. Ella es un poco más joven que yo, aunque podríamos clasificarnos de una misma generación. La que los hijos empiezan a marcharse de casa. Sentía añoranza de esas conversaciones sobre nuestra profesión, los dos ejercemos de farmacéuticos en una farmacia. Prefiero describir así nuestra condición, la prefiero a la de los que utilizan la de «ser farmacéutico» para hacerlo. La vida es mucho más que una profesión, me da la sensación de que la empequeñecemos cuando nos limitamos a identificarla con una profesión, aunque su oficio ocupe una parte importante de ella.
La relación entre la forma y el fondo de las cosas genera muchos debates, reflexiones y ensayos. Hay quien sostiene que esta relación se circunscribe simplemente a la esfera de lo puramente instrumental en la que el continente tiene la utilidad de evitar el desparrame del contenido y poca cosa más. Los hay, en cambio, que sostienen que la forma es el reflejo fiel de la esencia de las cosas, e incluso hay quien defiende que sin la forma las cosas pierden su esencia, su alma que dirían algunos.
Una cadena de farmacias del Reino Unido acaba de anunciar el cierre de casi doscientos de sus establecimientos (más del 10%) por los cambios que se han producido en las condiciones del contrato que mantenía con el NHS. La noticia es ésa, pero lo que realmente debe importarnos es la lectura de ella que, desde aquí, se puede hacer.
Cuarenta y siete es el número de farmacias existentes en España por cada cien mil habitantes. Así, sin más, es un frío dato. Una frialdad que no puede congelar la realidad que se esconde detrás de ella