Quería trabajar en tumores cerebrales, pero se adelantó a su tiempo porque cuando lo intentó «no había interés por este tipo de patología». Sin embargo, su formación en neurogeriatría le permitió centrarse en el conocimiento del comportamiento de la población anciana de Cataluña y ahí intuyó que había mucho trabajo por hacer para mejorar la situación de esas personas. Es consciente de que se trata de una especialización en la que no va a ganar ninguna carrera, pero compensa esta limitación con la satisfacción de saber que contribuye a mejorar la vida de las personas con un déficit cognitivo. Asegura, además, que es una subespecialización de la neurología que ama.
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