Sin la actual distribución farmacéutica de gama completa, el acceso de los pacientes a sus tratamientos sería más caro y más complejo, sin contar con el coste para la salud de los ciudadanos que conllevaría la desaparición del actual modelo de suministro. Sin embargo, un volumen estancado desde 2007, un menor margen unitario y unos precios medios que crecen por debajo de la inflación hacen que peligre el servicio al ciudadano.
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