Durante los 1.000 primeros días, los bebés experimentan un proceso de rápido crecimiento y desarrollo en el que deben cubrir necesidades nutricionales específicas, y donde una alimentación adecuada juega un papel clave. Por ejemplo, la necesidad de un aporte de vitamina D durante todo el primer año de vida, o situaciones habituales en esta edad como episodios de diarrea o estreñimiento, o sencillamente necesidades nutricionales debidas a la inmadurez de sus sistemas digestivo e inmunitario.