En nuestro equipo estamos bastante contentos porque comenzaremos en breve un estudio sobre la efectividad de la atención farmacéutica con respecto a la utilización de recursos sanitarios, concretamente hospitalarios. Para llevar a cabo este proyecto, ocho farmacias colaborarán conjuntamente en el proyecto. Se procederá a una asignación aleatoria de farmacias para que realicen o no la intervención, evitando así la posible contaminación asociada a la asignación aleatoria de los pacientes dentro de cada farmacia. Asimismo, un compañero ha calculado que el número mínimo de pacientes para cada grupo es de 125 más un 20% adicional, en total 150, para compensar las eventuales pérdidas. La hipótesis que se evaluará es si, realizando una revisión del tratamiento con el objetivo de detectar y solventar cualquier problema asociado con el medicamento (sea presente o potencial), los pacientes requerirán con menor frecuencia atención hospitalaria, ya sea en visitas a urgencias o en ingresos hospitalarios.
Dado que el cumplimiento de los pacientes crónicos no es adecuado hemos decidido intervenir para mejorar el mismo1. Un aspecto que nos llamó la atención fue acerca de cuántos sistemas personalizados de dosificación precisaríamos. Después de reunirnos para comentar este tema, decidimos que con 35 pacientes en cada grupo, de intervención y control, podría ser suficiente. No obstante, como consideramos que esta es una decisión importante, decidimos consultar este aspecto con un compañero formado en estos temas. La primera respuesta que nos ofreció fue desconcertante: ¿Qué queremos estimar, con qué diferencia del efecto y con qué poder y nivel de confianza?, porque, en función de ello, necesitaremos más o menos pacientes en el estudio. Además, comenta que si no tenemos un poder estadístico suficiente, nuestros resultados no tendrán gran validez. Es decir, según nos explica, nos enfrentamos a una fase crucial cuya importancia muchas veces no se considera, a pesar de que puede hacer fracasar cualquier tipo de estudio.
En la farmacia de un compañero han observado que hay un grupo importante de pacientes que presentan enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y tienen prescripciones de fármacos que deben ser administrados mediante dispositivos especiales. Asimismo, observan que muchos de estos no llegan a estar bien controlados a pesar de que, en principio, tienen un adecuado cumplimiento terapéutico. Después de haber mantenido una serie de entrevistas con estos pacientes, deducen que el problema radica en una inadecuada utilización de los dispositivos requeridos debido a la complejidad de su uso. Por los motivos descritos, nuestro compañero plantea a sus colaboradores investigar la efectividad de una intervención cuyo objetivo sea el de mejorar la educación sanitaria de estos pacientes.