A menudo reservamos la logística para explicar cuestiones colaterales de nuestra manera de ejercer la profesión, pero lo cierto es que desde que la farmacia dejó de ser la elaboradora principal de remedios y cedió a regañadientes esa función a la industria, la logística ha sido uno de los pilares en los que nuestro modelo de ejercicio, y de negocio, por qué no decirlo, se ha fundamentado. Tanto es así que nuestros antecesores, aquellos que vivieron la primera gran revolución de la botica, fundaron las cooperativas farmacéuticas para fortalecer lo que creían que podían perder, lo que creían que les quedaba de su profesión.
Durante seis o siete décadas, la farmacia fue creciendo amparada en una logística envidiable y en un modelo planificado que buscaba sobre todo la excelencia y la inmediatez en el acceso a los medicamentos.
La profesión farmacéutica, al menos la que se dedica al servicio de la comunidad en la comunidad, está a las puertas de una segunda gran reconversión. La logística va a dejar de ser la parte principal de su esencia. Algunos van a decir que esa sentencia es exagerada, pero lo que realmente es un terremoto es la incidencia de la red en todas las actividades humanas, al menos en el primer mundo.
En este contexto y por el efecto de las corrientes asistencialistas de la profesión que poco a poco van introduciendo, al menos su discurso, desde finales de la década de 1980, la farmacia se mantiene en un equilibrio en el borde del precipicio, en esa frontera que existe entre el paso y la huella.
La farmacia se debate entre invertir aún más en logística, reinventarla o apostar decididamente por la asistencialidad, aprovechando, eso sí, todo lo aprovechable de lo que ha construido hasta ahora. Se debate en centrar el foco principal de su actuación en el producto, ampliándolo más allá del medicamento, o en el paciente. Algunos se empeñan en negar que ese debate exista, que la farmacia ya está inmersa en ese proceso de cambio, que ya es más asistencial, más social, más digital. No lo niego, pero ¿es un cambio de los fundamentos o un remozo del discurso para intentar conservar lo que se ha logrado en estas décadas?
Para ilustrar esa duda que planteo, voy a referirme a uno de los temas de moda que sí o sí acabará ofreciéndose como servicio de una u otra manera: la atención farmacéutica domiciliaria. Es un ejemplo palmario de que el servicio irá más allá de la logística actual, y de que algunos de los fundamentos en los que basamos el modelo de ejercicio van a tambalearse si no lo están haciendo ya.
Algunos de nuestros predecesores escribieron manifiestos anunciando la extinción de la profesión, se equivocaron entonces y si lo hicieron fue porque algunos otros hicieron cosas nuevas. Lo que necesita la profesión es recuperar el espíritu emprendedor de esos días y aceptar que las cosas ya no volverán a ser como fueron.