Cuatro son las principales denominaciones del vino en Italia: DOCG (Denominación de Origen Controlada y Garantizada), con los vinos de mayor calidad; DOC (Denominación de Origen Controlada), que hace mención a las variedades y zona geográfica, así como a los rendimientos; IGT (Indicación Geográfica Típica), que clasifica los vinos de una zona determinada, y Vinos de Tavola, que no tienen más indicación que la del país.
Las cinco principales regiones donde se produce vino son: Piamonte, Véneto, Toscana, Emilia-Romaña y Lombardía.
Piamonte es conocida por sus vinos elaborados con la variedad nebbiolo, los conocidos Barolo y Barbaresco, que quizá sean los más costosos y codiciados a nivel mundial. Piamonte es también la cuna del vermú italiano y es conocida por sus espumosos elaborados con la variedad moscato, bajo la DOCG Moscato d´Asti.
Véneto es la región donde nació el Prosecco, el espumoso más famoso de Italia, pero también es cuna de los grandes vinos italianos blancos de la DOC Soave o los tintos de la DOC Valpolicella.
En la Toscana encontramos uno de los vinos más famosos dentro y fuera de Italia, con su típica botella redonda y la cubierta de paja, el chianti, elaborado con sangiovese, conocida como «la sangre de Júpiter». En esta región también encontramos los fabulosos vinos Sassicaia.
Emilia-Romaña es la cuna del lambrusco –no solo el rosado, que es el más conocido fuera de Italia, sino también el blanco y el tinto–, acompañado siempre de un buen pedazo de pizza.
Y qué decir de la Lombardía. Allí encontramos los franciacorta, unos de los mejores espumosos europeos con permiso de los champagne. Son de gran calidad y se elaboran con pinot noir, pinot blanc y chardonnay.
Descubrir Italia a través de sus vinos es un buen ejercicio enológico, anímense.
Ceretto Barolo Chinato
Precio: 48 €
Este vermú tiene historia: combina lo mejor de un Barolo con una infusión de plantas, en la que destaca la china calissaia, aparte de otras doce. Aromático, amargo al principio pero con notas de canela, anís, vainilla y naranja, que poco a poco van abriendo el paladar con toques frescos y complejos. Fantástico para beber solo o acompañado de cualquier aperitivo salado, así como con embutidos o encurtidos.