Hasta la década de 1980 no volvió el renacer de la viticultura canaria y en la actualidad es el segundo cultivo de las islas después del plátano (200 bodegas, 18 millones de litros de vino y 10 millones de botellas con D.O.). En Canarias no hay filoxera, factor que ha permitido la existencia de plantas muy viejas y sobre todo la supervivencia de una gran cantidad de variedades de uva que con la llegada de la plaga desparecieron en el resto del mundo.
La Islas Canarias son un fantástico entorno para el desarrollo de la vid por su clima subtropical, su terreno volcánico, por la influencia de los vientos alisios y por la temperatura, que raramente pasa de los 25 ºC y que ayuda a los ciclos de maduración largos. Más de 200 variedades de uva para vinificar hacen difícil valorar de forma general a los vinos canarios; sin embargo, la mayoría tienen algo en común: la salinidad, una sensación refrescante que aporta complejidad y una reminiscencia mineral casi imposible de descubrir en vinos procedentes de otras latitudes. Sus vinos son rarezas difíciles de encontrar, con una autenticidad sorprendente, que poco a poco van escalando puestos de prestigio a nivel internacional. Si a esta singularidad ancestral le sumamos un buen maridaje con sus quesos autóctonos y exquisitos, la experiencia se eleva a la enésima potencia.
Viñátigo ensamblaje blanco
DOP Islas Canarias Tenerife
Graduación: 13,5º
Elaborado con gual, marmajuelo, vijariego blanco, malvasía aromática y verdello, este vino presenta un color amarillo con tonos verdosos, limpio y brillante. En nariz tiene una intensidad media-alta, muy mineral, con tonos ahumados y tropicales a piña, mango y papaya. En boca tiene el carácter típicamente mineral de los vinos canarios, con buena acidez, equilibrado y persistente. Es un vino con mucho carácter, perfecto para maridar pescados y mariscos y cualquier queso autóctono.