¿Merece la pena tratar la hipertensión en los mayores de 80 años?

Beckett N, Peters R, Tuomilethto J, Swift C, Sever P, Poter J, et al. Inmediate and late benefits of treating very elderly people with hypertension: results from active treatment extension to Hypertension in the Very Elderly randomized controlled trial. BMJ. 2012; 344: d7541.

La respuesta es un sí rotundo. Los pacientes muy mayores, con edad que sobrepasa los 80 años, obtienen un beneficio inmediato cuando se trata su hipertensión (HTA). Dicho beneficio se traduce en una reducción de la mortalidad, lo cual justifica la necesidad de tratar su HTA pronto y de forma continua.

Este estudio reciente, el HYVET (Hypertension in the Very Elderly Trial), analizó la efectividad del tratamiento antihipertensivo en pacientes muy ancianos. En dicho estudio se constató que, tras un seguimiento medio de 2,1 años, tanto la mortalidad como la incidencia de episodios cardiovasculares se reducían. Pero la pregunta era si sería posible observar beneficios inmediatos en una población tan envejecida, y para ello los investigadores del HYVET realizaron una extensión del estudio.

Incluyeron a 1.712 pacientes de más de 80 años que, tras un periodo de 2 meses sin tratamiento, presentaran una presión arterial sistólica (PAS) de al menos 160 mmHg. Posteriormente, se administró a los pacientes el tratamiento (indapamida, a la que se adicionó perindoprilo en caso de no consecución del resultado adecuado en la presión arterial: 150/80 mmHg) o placebo.

Al concluir esta extensión del estudio, tras un año de seguimiento, la presión arterial media fue de 145/77 mmHg en los pacientes con tratamiento, y de 159/81 mmHg en los de placebo. En cuanto a la mortalidad total y cardiovascular, se observaron diferencias significativas (47 y 11 muertes respectivamente; HR: 0,48). No obstante, no se mostraron diferencias significativas en la incidencia de ictus ni de episodios cardiovasculares.

El tratamiento de la HTA no tiene como objetivo final la reducción de un parámetro numérico de presión arterial, sino la reducción de la morbimortalidad cardiovascular. Por ello, en el caso de personas muy mayores se ha llegado a plantear la idoneidad de su tratamiento. El presente estudio demuestra que, incluso a edades superiores a los 80 años, el correcto y continuo tratamiento antihipertensivo alcanza dichos objetivos y en un tiempo relativamente precoz. El farmacéutico debe, por tanto, manejar a dichos pacientes con el mismo rigor que a otros más jóvenes, pues todos ellos podrán beneficiarse de su intervención.

 

se habla de 471Lansoprazol en niños con poco control de su asma

Writting Committee for the American Lung Association Asthma Clinical Research Centers. Lansoprazole for children with poorly controlled asthma. JAMA. 2012; 307(4): 373-380.

En los niños que tienen un escaso control del asma –a pesar de recibir corticoides inhalados– y que no presentan síntomas de reflujo gastroesofágico, la administración

de lansoprazol no mejoró ni la sintomatología ni la función pulmonar, en comparación con un placebo, pero sí se asoció a un aumento de los efectos adversos.

La idea de tratar con lansoprazol a los niños asmáticos que no han obtenido un control adecuado de su patología surge de la frecuente observación de reflujo gastroesofágico en niños asmáticos que no presentan síntomas gastrointestinales, problema identificado a través de la medición del pH. De ahí que se haya pensado en la posibilidad de que dicho reflujo no tratado pueda ser la causa de la falta de control del asma en los niños, a pesar de que se hallen bajo tratamiento con corticoides inhalados.

Al amparo de esta observación, un grupo de investigadores de Estados Unidos evaluó si la administración de un inhibidor de la bomba de protones (como lansoprazol) podría reducir los síntomas asmáticos en niños sin reflujo gastroesofágico manifiesto. Para ello, se administró de forma aleatoria a 307 niños lansoprazol (15-30 mg/día) o placebo durante 24 semanas.

En estos niños se midió la variación de la sintomatología del asma con un instrumento específico, como es el Asthma Control Questionnaire (ACQ), cuestionario que puntúa entre 0 y 6, en donde una variación de 0,5 unidades se considera clínicamente significativa. Adicionalmente, se evaluó la función pulmonar, la calidad de vida de los niños y la incidencia de episodios derivados de un mal control de la patología respiratoria.

Tras el periodo de seguimiento, se observó tan solo una diferencia de 0,2 unidades del valor obtenido en el ACQ entre los niños asignados a lansoprazol y a placebo. Además, no hubo una diferencia significativa en la variación del volumen espiratorio forzado en el primer segundo (VEF1), ni tampoco en la calidad de vida ni en la tasa de episodios de control pobre, pero sí un aumento del riesgo de infección respiratoria. Por otra parte, en los niños con estudios de pH esofágico, la prevalencia de reflujo gastroesofágico fue del 43%; en aquellos que dieron positivo en esta prueba, tampoco se observó ningún resultado satisfactorio a favor de lansoprazol.

Los inhibidores de la bomba de protones son uno de los grupos farmacológicos de mayor utilización en nuestro país, y se utilizan en muchas ocasiones para usos no indicados, como dispepsia no ulcerosa o prevención de gastropatía debida a antiinflamatorios no esteroideos (AINE) en pacientes de bajo riesgo de hemorragia, o como medida profiláctica en pacientes polimedicados o mayores de 65 años sin tratamiento con AINE. Por ello, el estudio experimental de nuevas potenciales indicaciones ofrece datos interesantes para que estos sean utilizados de manera más adecuada.

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