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Diario de un Erasmus

La estancia científica

Al contrario que otros días, hoy tengo que ser un poco más pesimista. Hace poco hice un llamamiento para salvar nuestras queridas becas Erasmus, pero ahora que aparecen multitud de noticias acerca de la desaparición de las becas Séneca, me asusto un poco1. Las becas Séneca son nuestras primas hermanas, y aunque su demanda es mucho menor, hay que atender otra vez al sabio refranero español y poner nuestras barbas a remojar. Una vez más, hago un humilde llamamiento a la cordura con estos temas; suprimir becas para estudiantes, y más las Séneca, que estaban casi reservadas para los mejores expedientes, son pan para hoy y hambre para mañana. Como nosotros, ustedes y yo, y Séneca también, pensamos que viajar recrea el ánimo, vamos a viajar por el mundo de las estancias científicas, a ver si así nos olvidamos un rato de la escasez de becas.

Los exámenes

Allá a lo lejos, empiezan a oírse tambores de guerra. Febrero suena parecido al ruido que hacía la caja de Jumanij, que si bien es verdad que daban ganas de jugar, infundía también bastante miedo.

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