¿Acertarán las encuestas?

Ya les conté en nuestra última cita que estamos de aniversario; 30 añazos ni más ni menos. Como en todos los aniversarios redondos, o como cualquier buen 1 de enero que se precie, es momento de hacer balances. De echar la vista atrás y estudiar universidades, dineros y destinos.

¿Acertarán las encuestas?
¿Acertarán las encuestas?

Así que de un tiempo a esta parte no paran de salir encuestas hechas entre los que ya se fueron de Erasmus (y otros intercambios) para evaluar las mejores ciudades y los mejores países. Por ejemplo, hace unos días (serán más cuanto más tiempo pasen en leer esto) salió publicada una encuesta que se refería a los estudiantes que vienen aquí, elaborada por ESN España y Uniplaces.es. Cuatro de cada diez aseguran que les gustaría quedarse a trabajar en España, frente al 30% que prefiere volverse a casa. Eso es bueno; eso es que les tratamos bien, y está bien que así sea porque no creo que podamos quejarnos de cómo nos acogen a nosotros. Sin embargo, nuestros Erasmus visitantes son realistas, interaccionan con la muchachada local y saben que aquí la cosa no está en su mejor momento; el 44% dice que no busca trabajo en España porque «no es fácil» (solamente seis de cada cien ha encontrado algo en nuestro país después del Erasmus y el 25% se dio de bruces con la cruda realidad y buscó y buscó, para quedarse sin nada). Madrid y Barcelona (tras ellas Valencia, Sevilla, Bilbao y las erasmusizadas Granada y Salamanca) son los sitios preferidos para quedarse. Precisamente Madrid, y no quiero sacar aquí el orgullo gato, fue elegida hace casi un año como la ciudad favorita para hacer un Erasmus entre los que ya han tenido una beca (otra encuesta de Uniplaces.es). Hace poco, en un estudio de Foresight Factory que evaluaba a las ciudades más sociables del planeta (que es de lo que les quiero hablar hoy), Madrid salió vencedora en la categoría «Cualquier excusa es buena para salir». No sé si esto es un orgullo, o motivo de un artículo pseudo académico como es esta sección, pero tampoco es académico negar la realidad, porque casi todas las ciudades españolas salen bien valoradas en ese aspecto. De todas maneras, como ustedes no pueden irse de Erasmus a Madrid (aunque sí de Seneca, háganlo), no me siento culpable por hacer apología de las bondandes fiesteras que hay en Madrid. En cualquier caso, y volviendo al estudio de las ciudades más sociables, lo de la fiesta era solamente una de las diez categorías analizadas, y pese a su victoria festiva, Madrid «solo» fue séptima. Yo hoy les quiero invitar a la primera, que da la casualidad, que tiene facultad de Farmacia, y es una a la que se puede ir de Erasmus (al menos desde Barcelona y la Complutense). Así que nos vamos a Suecia, a Gotemburgo.

La segunda ciudad más grande de Suecia, por detrás de Estocolmo, ha sido elegida ciudad más sociable del mundo (por delante, todo sea dicho, de la propia capital). La «pequeña Londres sueca», como la define el propio estudio, ha ganado en tres de las diez categorías: es la ciudad que más valor otorga a la sociabilización, la que más prioriza lo social sobre lo individual y los lugareños son los que más usan los medios sociales al año. Todo esto la convierte en la ciudad del mundo (según este estudio, claro) con mayor conciencia colectiva. Pero no solo está arriba en estos asuntos; es tercera en otras tres categorías. En la misma en la que ganó Madrid (la de cualquier excusa es buena para salir), en «confiar en tus amigos» y en la libertad; es decir, es la tercera ciudad con un pensamiento más liberal respecto al modo de vida de los demás (ustedes que tienen una formación científica tienen que dejarse llevar; entiendo que los conceptos del estudio son un poco etéreos). La conclusión es que Gotemburgo es una gran ciudad para jóvenes; tolerante, abierta, generosa y divertida, ergo una buena ciudad para irse de Erasmus.

Pero antes de contarles qué sitios no se pueden perder para socializarse con la población local y no tan local, metamos una cuña académica. La Universidad de Gotemburgo es la más grande de la ciudad, aunque no es la única. Son 38.000 estudiantes distribuidos en sus nueve facultades. La nuestra, la de Farmacia, y a diferencia de lo que que estamos acostumbrados a ver en España, comparte paredes, aulas, profesores y departamentos con Medicina, Odontología y Ciencias de la Salud. Es un melón, este de mezclar facultades biosanitarias, que no seré yo el que abra, pero que está bien que analicen si tienen la oportunidad de estudiar allí con una beca Erasmus. La Academia Sahlgrenska, que es como se llama, se divide en seis institutos, 22 centros y tres unidades. De la parte que nos toca (porque de dientes ni ustedes ni yo sabemos nada), hay dos institutos donde hacer una estancia científica, el de Biomedicina y el de Neurociencia y Fisiología. Entre los centros de investigación, algunos de ellos extremadamente punteros, desde cáncer a la resistencia de antibióticos, pasando por varios grupos multidisciplinares de temas muy diversos. Todo ello para los 5.000 estudiantes que tiene la facultad, de los cuales, 200 son extranjeros.

Dicho lo cual, cerramos paréntesis académico y vamos a pensar en otras cosas importantes para irse de Erasmus. Además, aquí hay diferencias según su origen, al menos de momento (las líneas aéreas abren y cierran rutas con frecuencia); no hay vuelos directos desde Madrid, pero sí desde Barcelona. Desde la capital catalana, en algo más de 3 horas y por menos de 100 € se puede llegar hasta Gotemburgo. Para los de la Complutense está la opción de irse a Barcelona o hacer escalas en otros sitios variopintos. Eso para ir; para estar, como en otras ocasiones, piso o residencia es la pregunta del millón. La opción más fácil es SGS, que es una especie de fundación manejada entre los políticos locales y el sindicato de estudiantes. Se apuntan con tiempo, les ofrecen alojamiento. Todo muy sencillo. También la universidad ofrece residencias y pisos; como otras veces, entre las anotaciones de experiencias pasadas me cuentan de todo. Desde los que les costó mucho encontrar alojamiento, hasta los que lo solucionaron con un solo mail. Mi único consejo al respecto ante la disparidad: háganlo con tiempo; prevenir mejor que curar. Los alojamientos no son baratos; o no lo son respecto a otros sitios que hemos visitado en este tiempo. Aunque, como no puede ser de otra manera, no hay UN precio, vamos a poner que rondan los 450 o 500 euros al mes. Hacer un cálculo de cuánto cuesta vivir en una ciudad es todavía más difícil, porque depende mucho de lo manirrotos que sean, sus vicios, sus filias y sus fobias. Pero insisto, Gotemburgo no es el lugar más económico de nuestro amplio catálogo de destinos Erasmus.

Paro otra vez. Hago otro inciso a lo que les contaba. En Suecia son muy sociables y les encanta la fiesta, pero no se la pagan en euros. Lo hacen en Coronas suecas; la equivalencia es algo así como 1 a 10 céntimos. Es decir, que 1 euro, son 166 pesetas y 10 Coronas. Hace poco, comí con una amiga que se dedicaba al cambio de divisas, y me explicó que se gana y se vende mucho dinero vendiendo monedas. En pequeña escala, en la de un estudiante, en la de un Erasmus como nosotros, no se palma tanta pasta, pero hay que estar atento con el cambio.

Bien, sigamos con otros gastos. Puede elegir entre el transporte público o la bicicleta, muy instalada como en otros países europeos (aquí seguimos en ello en según qué sitios). El problema aquí es el frío, que lo hace. Y mucho. Gotemburgo está en Suecia, que es un sitio fresquete, y está relativamente el norte del país, así que fresquete es un término que puede quedarse corto. Por eso habrá veces que lo de pedalear se les haga duro. Ahí es cuando entran en juego el tranvía, el autobús o el tren. Funcionan estupendamente. El precio al mes está entre los 35 y lo 50 euros. Igual pueden combinar según los meses del año.

En Gotemburgo el café es religión, una religión cara a la larga, pero religión y siempre acompañada de dulces. Hay muchas cafeterías agradables por toda la ciudad, todas ellas aderezadas de pasteles, tartas y cosas de ese pelo. Es difícil decir que uno es mejor que los demás, pero les dejo algunas de las destacadas (otras aquí, aquí, aquí o aquí). Otra tradición sueca, que además empieza a imponerse en algunas ciudades españolas, es el After Work (se impone llamarlo así, porque tomar algo, básicamente cañas, después de trabajar o estudiar, es una costumbre española desde que el mundo es mundo). Hay bastantes sitios por toda la ciudad que ofrecen un buffet libre los viernes.

Avancemos, porque después del After Work se puede seguir saliendo. Además, ya les he dicho que Gotemburgo también ha destacado por ser un buen sitio para salir. En Suecia se van a encontrar con ese choque cultural tan español de los horarios: en Gotemburgo hay pocos sitios que cierren después de las 3 de la mañana, así que lo de ir a comer churros después de salir es algo que hay que ir dejando. Les recomiendo dos zonas, Avneyn y Andra Långgatan, en torno a las que se concentran muchos de los locales nocturnos de la ciudad, y un sitio, el Pustervik. Ya me cuentan.

Son solo algunas pinceladas, espero y deseo que útiles, para que sigamos celebrando los 30 años del Erasmus. Únanse a las celebraciones, que merece la pena, no se hagan los suecos.

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