
Nerea Escudero Hernando
Licenciada en Farmacia
La pandemia de la COVID-19 ha puesto en jaque al mundo. Nos encontramos ante la mayor crisis sanitaria de esta nueva etapa contemporánea, en una sociedad global e interconectada.
La pandemia de COVID-19 iniciada de manera abrupta a escala mundial el pasado año ha transformado radicalmente nuestro día a día, afectando a todos los ámbitos de la sociedad y a todos los niveles.
A pesar de que los avances de la medicina y la ciencia han contribuido enormemente a curar las enfermedades y a defendernos de los agentes externos patógenos con nuevos y mejores medicamentos, el mantenimiento de un sistema inmunitario «a punto», capaz de defenderse naturalmente de la enfermedad, sigue siendo clave para mantener una salud robusta.
La actual crisis como consecuencia de la pandemia originada por el virus SARS-CoV-2 está teniendo unas consecuencias extraordinariamente graves tanto a nivel sanitario como económico y social. En el ámbito sanitario, desde el pasado mes de marzo estamos asistiendo diariamente a una avalancha de recomendaciones, consejos y guías a través de los diversos medios de comunicación. Es tal la invasión de información disponible, que en muchas ocasiones resulta complicado seleccionar y procesar aquella que es sólida y fiable.
Si consultamos a las personas de nuestro entorno y sondeamos y observamos su estado general, llegaremos a la conclusión de que no resulta tan fácil conseguir lo que todos ansiamos: sentirnos felices. La felicidad, en cualquier caso, es, filosóficamente hablando, un estado de ánimo.
La farmacia comunitaria recibe un gran número de consultas relacionadas con los problemas capilares, entre ellos la caída del cabello. Por tanto, el papel del farmacéutico es clave como educador sanitario, y debe aconsejar el tratamiento farmacológico y nutricional adecuado, aportar recomendaciones y medidas higiénico-dietéticas, o derivar en caso necesario al dermatólogo.
El término «herida» hace referencia a múltiples lesiones que rompen la piel u otros tejidos corporales debido a una enfermedad, accidente, presión, golpe, quemadura, disparo, roce, etc.
El farmacéutico comunitario tiene la responsabilidad compartida con otros profesionales sanitarios de cooperar en la reducción de la incidencia de las enfermedades bucodentales. Desde la farmacia, es posible lograr este objetivo mediante una participación activa que favorezca la comunicación con la población, la vigilancia constante y la promoción de la educación en el ámbito de la higiene y la salud bucal.
En pleno siglo XXI, el problema de la pediculosis sigue siendo un asunto de salud pública que presenta una alta incidencia en la población infantil, sobre todo porque es tan contagiosa como un resfriado común, pero también por un incremento de las resistencias a los insecticidas tradicionales.
El papel del farmacéutico comunitario en la rinitis alérgica (RA) tiene una especial relevancia. Frecuentemente, los síntomas producidos se confunden con los que se presentan en los resfriados comunes o los procesos gripales, por lo que es habitual en este tipo de episodios que el paciente se dirija a la farmacia a realizar su consulta, antes incluso de acudir al médico. Este hecho explica en parte lo que ciertos estudios apuntan, y es que este problema de salud se encuentra infradiagnosticado.