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Matilde Ras (Tarragona 1881-Madrid 1969) es casi una desconocida incluso para los considerados como eruditos. No les suena el nombre. ¿Actriz, científica, escritora?, se preguntan. Sin embargo, ha sido una de las mujeres más interesantes de la primera mitad del siglo XX, representante de un feminismo moderado, que merece ser recordada.

Es considerada la pionera de la Grafología Científica en España, y representante en nuestro país de la Escuela Grafológica Francesa. Hija de arquitecto y maestra de escuela, tuvo una educación esmerada. Estudió y aprendió francés, y se rodeó de personas sabias que iban enriqueciendo su intelecto. Se preparó a conciencia en el apasionante tema de la grafología gracias a una beca que le permitió estudiar en París, con los mejores, durante dos años.

Escribió cuentos para niñas, tradujo a Baudelaire y a Paul Valéry, pero la Grafología eclipsó todo lo demás. Comenzó a colaborar en la revista Por esos mundos. Cuando les hizo la propuesta, temerosa de que no les interesara, les sugirió a los redactores que enviaran sus «grafismos» para analizarlos. Todos lo hicieron y, en menos de veinticuatro horas, analizando jambas, hampas, separación entre reglones, midiendo márgenes izquierdo y derecho, tildes en forma de golpe de látigo, firmas y rúbricas, les dio los resultados. La experiencia resultó tan exitosa que le valió la concesión de un consultorio grafológico en la importante publicación.

Trabajó en las mejores revistas y periódicos: El Heraldo de Madrid, Estampa, ABC, Blanco y Negro... En 1940, comienza a colaborar en la revista femenina Y con un consultorio que ocupa una página entera. Cada vez le conceden más espacio en la prensa porque su fama y reputación va en aumento.

«Señora o señorita Matilde Ras. Adjunto los cupones solicitados para el estudio grafológico. Muy agradecida de antemano.
Atentamente, una de tantas.»

Matilde analiza con lupa, con regla, con transportador de ángulos. Observa la «A» de «Atentamente», con forma de antena. Estudia la firma y rúbrica. Dictamina: reprimida por educación severa. Y sigue analizando...

¿Señora o señorita? Nunca se casó ni tuvo hijos. Mantuvo una relación sentimental con la escritora Elena Fortún (nombre verdadero: Encarnación Aragoneses), casada y con un hijo. Juntas triunfaron, cada una en lo suyo, aunque Elena sobrepasó en fama a su amiga por sus libros de Celia. Las separó la Guerra Civil, porque el marido de Elena decidió exiliarse en Argentina y ella lo siguió. Matilde se exilió en Portugal y allí publicó varios libros.

El intercambio epistolar entre ambas fue incesante. El marido de Elena se suicida en Argentina y ella regresa a España ya enferma, retomando su amistad con Matilde hasta que, en 1952, fallece. Poco después de su muerte, el hijo también se suicida.

La última obra de Matilde Ras se editó en 1968, Lo que sabemos de Grafopatología, donde formula una serie de problemas, algunos de los cuales encuentran entre sus páginas cumplida solución. Plantea la relación entre grafólogos y neuropsiquiatras, inclinándose por la independencia entre ambas ciencias, pero también por su acercamiento. Este libro sigue siendo consultado por infinidad de estudiantes.

Murió en 1969. No dejó de leer ni estudiar las cartas que recibió de Elena durante años, en especial una de abril de 1937 donde se refería a Matilde como «tú, tan pequeña, tan poquita cosa, eras esa lamparita tenue que todo lo iluminaba». Analiza si las hampas y las jambas se entrecruzan, que indicarían confusión de ideas, o si se observan matices regresivos en la letra «p» que revelen algún rasgo de nostalgia, recuerdos de otros tiempos.

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