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Según una encuesta de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT) sobre prácticas pseudocientíficas, el 22,9% confía en los curanderos, el 52,7% cree que los productos homeopáticos son efectivos y el 59,8% opina que la acupuntura funciona.

La Real Academia Nacional de Farmacia alerta sobre el riesgo de que los pacientes prefieran tratamientos homeopáticos a los apoyados en la evidencia científica. En algunos círculos, se compara a la homeopatía con la charlatanería.

La ignorancia del pueblo, su fascinación por todo lo que tiene el carácter de maravilloso o misterioso, ha sido el caldo de cultivo apropiado para el triunfo de los charlatanes desde la más remota Antigüedad. Entre egipcios y hebreos estaban los «juglares» que ofrecían la curación de todos los males con sus amuletos, hechizos y específicos.

Los siglos siguientes fueron dejando miles de impostores emulando a Protheo, capaz de tomar cualquier forma, de león, de pez... Ellos cambiaban de máscara, siendo la principal la ciencia médica, con sus elixires de inmortalidad y panaceas universales. Embaucadores itinerantes que viajaban de pueblo en pueblo con títulos verdaderos o falsos captando a enfermos que no sabían a quién se entregaban.

La historia de la charlatanería o, mejor dicho, el «charlatanismo», porque es además engañoso, ha sido así desde su origen hasta la actualidad, y parece que nada ha cambiado. Dos siglos atrás, los médicos titulados alertaban de la necesidad de poner un dique a esa libertad de curar, que convencía tanto a cultos como a ignorantes. Definían la charlatanería como una hipocresía de talentos y al charlatán como un bribón con mala fe que procura engañar a los demás.

En el Discurso pronunciado en la inauguración de las sesiones de la Real Academia de Medicina en 1882 por el doctor Rafael Cervera y Royo, el médico calificaba al charlatanismo como «inextinguible epidemia». Para él, el propósito de establecer una sanción penal por medio de reglamentos y ordenanzas, que sería un trabajo ímprobo, podría contribuir a atajar, hasta cierto punto, las intrusiones y extravíos de las gentes indoctas. «El charlatanismo, cualquiera que sea su condición, se ha de escapar constantemente del dominio e intervención de la justicia penal, porque su misma naturaleza le protege y ampara, pues ejecutando actos autorizados o meramente tolerados, que a menudo se separan de las rectas inspiraciones y exigencias del código de la delicadeza y del honor, se mantiene astutamente, aunque sea en apariencia, apartado de todo cuanto pueda merecer la calificación de hecho justiciable. Entiendo que incumbe a la Academia, como una de las representaciones más elevadas de la clase médica, impetrar de la autoridad administrativa la fiel y severa observancia de cuantos reglamentos y ordenanzas se hayan dictado y estén en vigor para corregir los abusos del indocto e ignorante charlatanismo.»

Parece algo de ayer mismo, pero han pasado ya 135 años de este Discurso. Actualmente se sigue prometiendo curar con métodos que no tienen rigor científico. Seguimos, pues, con el debate sobre la homeopatía. Por un lado, se solicita al Ministerio de Sanidad que la elimine de la Ley del Medicamento, y por otro se insta a los Colegios Oficiales de Farmacéuticos a posicionarse sobre los medicamentos homeopáticos, que están reconocidos en la Ley de Garantías y Uso Racional de los Medicamentos y los Productos Sanitarios de enero de 2015, la cual sigue vigente. Están recogidos en la legislación europea y, por lo mismo, si en una farmacia se solicitan con receta médica, el farmacéutico se siente obligado a dispensar lo que el médico prescribe. El debate sigue abierto.

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