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  • Orgulloso de ser farmacéutico

Pensaba que en la farmacia solo se debían vender medicamentos y se sentía incómodo con la deriva comercial que habían tomado en los últimos años muchas farmacias, obligadas por las circunstancias económicas. Para algunos era un farmacéutico de otra época y, sin embargo, una buena parte de lo que es la farmacia comunitaria hoy en día se lo debe a él.

Hablamos de Francisco Martínez Romero, que falleció el pasado 29 de junio y ha dejado «huérfanos» a muchos farmacéuticos que crecieron como profesionales junto a él y que con él contribuyeron a renovar la farmacia. Lo hizo junto a otros compañeros cuando participó en la fundación de la SEFAC, de la que fue su primer presidente. O cuando ayudó a introducir la atención farmacéutica en España, tanto desde el Grupo de Investigación en Atención Farmacéutica de la Universidad de Granada como desde la Fundación Pharmaceutical Care. Pero también lo hizo en solitario, como cuando en los noventa se atrevió a proponer un cambio en la remuneración de los farmacéuticos comunitarios que le granjeó algunas enemistades. O en los últimos años, cuando en la Facultad de Ciencias de la Salud de Moncada (Valencia) puso en marcha una nueva Aula de Práctica Farmacéutica que reproducía la zona de atención personalizada de una oficina de farmacia, y en la que farmacéuticos, profesores de distintas especialidades sanitarias y alumnos trabajaban con pacientes reales.

También lo hizo en esta revista, de la que fue director científico desde finales de 2006 y hasta 2015. Sus aportaciones fueron innumerables, pero quedémonos con una: la creación de la revista online El Farmacéutico Joven, reflejo evidente de su confianza en las nuevas generaciones de farmacéuticos. En el editorial que escribió para el primer número defendía la necesidad de que los farmacéuticos «no olviden el fin para el que existen» y terminaba con un contundente: «Ahora más que nunca pienso sinceramente que nuestros compañeros comunitarios necesitan recuperar urgentemente el orgullo de ser farmacéuticos».

Paco nunca perdió el orgullo de ser farmacéutico y quizá por ello sus compañeros le apreciaban, incluso aquellos que no compartían su forma de entender la profesión.

Te echaremos de menos Paco.

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