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  • Incumplimiento e implicación

A menudo no se concede al incumplimiento terapéutico la importancia que realmente tiene y, sin embargo, está muy extendido, algo que se hace muy evidente al leer el documento de consenso sobre el que hablamos en este número, el más completo realizado en nuestro el país sobre este problema. Analiza sus causas, los métodos validados que permiten evaluarlo y las distintas estrategias que han demostrado ser eficaces para mejorarlo. Pone de manifiesto, además, que las consecuencias de la falta de adherencia terapéutica van mucho más allá de la clínica. Está claro que el paciente que no toma la medicación o no lo hace de la forma adecuada es el más perjudicado. Sin embargo, no es el único, puesto que la magnitud del problema llega a afectar a la propia sostenibilidad del sistema sanitario. No seguir de manera apropiada el tratamiento prescrito conlleva mayor riesgo de complicaciones, peor calidad de vida, más morbimortalidad, más ingresos hospitalarios y, por supuesto, más costes sanitarios a largo plazo.

La implicación de los pacientes en el proceso de tratamiento de su enfermedad es clave, pero para ello es preciso incrementar el grado de educación sanitaria entre los ciudadanos y ayudarles a que el cumplimiento del tratamiento sea lo más sencillo posible. Por ello, uno de los aspectos en que más incide el documento de consenso es en que la tarea es multidisciplinar. Además de la implicación de los pacientes, tanto los médicos que prescriben la medicación como los farmacéuticos y los enfermeros tienen importantes papeles que desempeñar a la hora de facilitar formación e información precisa a los ciudadanos. También las administraciones y todos aquellos gestores que toman decisiones en políticas de salud.

El documento destaca que se han acumulado múltiples evidencias de que el fomento del cumplimiento terapéutico contribuye a una mejoría en la relación profesional sanitario-paciente, al control de la enfermedad, a una disminución de la morbimortalidad y a una reducción de los costes en salud. Las estrategias que se han evaluado para mejorar el problema son de lo más variado y en ellas participan en mayor o menor grado todos los agentes involucrados; y pueden ir desde intervenciones sencillas y específicas, como facilitar un pastillero que ayude al enfermo a organizar sus dosis, hasta sistemas más sofisticados basados en el uso de las nuevas tecnologías. Proporcionar información asimilable y personalizada, instaurar regímenes terapéuticos sencillos y educar a la población en temas de salud constituyen otros puntales decisivos. Generalmente, la combinación de distintas intervenciones suele ser lo más recomendable y la habilidad de cada profesional sanitario para decidir cuáles pueden ser las más útiles en cada paciente es, por tanto, esencial.

Todos debemos ser conscientes de que el problema está muy extendido, es grave y necesita ser combatido desde todos los ángulos, pues una adecuada adherencia a las recomendaciones terapéuticas tiene siempre efectos beneficiosos.

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