El éxito es el santo grial de nuestra época. Solo hace falta observar cada mañana la cohorte de hombres y mujeres engalanados con los trajes de lana fría o de hilo plisado, gafas de cristal oscuro y cuerpos cincelados por el fitness, después del café matutino, cómo se lanzan con renovadas fuerzas a la épica búsqueda del éxito.
Esa cruzada viene de muy lejos en el tiempo. Ya entonces, esos caballeros medievales —en esa edad antigua solo podían ser caballeros porque las princesas únicamente se dedicaban a esperarlos— eran unos héroes, iconos en los que la plebe veía reflejados sus anhelos. No pensaban los simples mortales que no existe nada más traicionero que el éxito; lo es tanto, que incluso puede matarte de una sobredosis o de la envidia provocada por no lograrlo. Sea como fuere, debemos aceptar que el éxito es un potente motor para quien lo obtiene, pero también lo es para quien intenta imitar a quien lo busca.
No es un tema fácil el éxito: si no lo logras, puedes hundirte en un lúgubre abismo; si lo logras, puedes morir de él; y si lo admiras y no tienes templanza, la envidia puede corroerte. Aun siendo conscientes de estar pisando un terreno peligroso plagado de arenas movedizas, en El Farmacéutico creemos que el éxito es posible, y que tener éxito en el ámbito de la oficina de farmacia no es una quimera. Por esta razón hemos decidido dedicar este año a contaros historias de éxito, historias en las que farmacéuticos han tenido una idea, la han hecho realidad, han logrado consolidarla y están satisfechos de los resultados obtenidos. Han tenido éxito, vaya.
Nos mueve la ilusión y el optimismo; aunque a menudo estas páginas son tildadas por algunos de cansinas y de contener una dosis excesiva de crítica, no son lo que esos dicen, para eso ya está la poesía. Estamos convencidos de que se puede triunfar en nuestro sector y de que ese éxito es el impulso necesario para ganar el futuro.
Los ejemplos que os vamos a mostrar demuestran que es posible, pero no nos quedaremos solo en ese canto al optimismo y, una vez más, no vamos a obviar nuestra habitual reivindicación. Con la misma insistencia que buscamos el éxito, debemos exigir a los que ostentan el liderazgo que propongan modelos que lo favorezcan; si no somos capaces de consolidar marcos de actuación que lo incentiven, solo va a quedar la resistencia como estrategia. Y aunque para algunos resistir sea el mayor éxito posible, no estamos de acuerdo con ellos.
Cansinos no sé, pero tozudos lo somos un rato.
Estamos convencidos de que se puede triunfar en nuestro sector y de que ese éxito es el impulso necesario para ganar el futuro