• Home

  • Una buena opción de futuro

El día en que llegué a la Facultad de Farmacia de Vitoria, el lugar al que acudiría durante cinco años (si todo iba bien), me resultó desconocida y fría, quizá por el miedo a empezar una nueva etapa. Sin embargo, ahora me doy cuenta de que probablemente la echaré de menos cuando la deje. «¡Cinco años!», pensé el primer día de universidad. Y ahora, ya han pasado casi cuatro... ¡y a qué velocidad!        

Durante este tiempo he podido conocer gente nueva, otro ambiente... en definitiva, todo lo que conlleva la universidad. He aprendido a esforzarme cuando debo hacerlo, a agobiarme sólo cuando es necesario y a compaginar las horas de estudio con los demás aspectos de mi vida, cosa que al principio parecía difícil, ya que ésta es una carrera en la que las prácticas ocupan buena parte del tiempo. Las épocas de exámenes parecen eternas, pero una vez que terminan me doy cuenta de que cada vez falta menos para dejar la Facultad y decidir qué camino seguir.

Desde que era pequeña, siempre me decanté por esta carrera, ya que hay en mi familia personas que se dedican a ello, por lo que era algo que podía ver de cerca; lógicamente, el interés que mostraba hacia esta profesión se debía únicamente a esto. Sin embargo, a medida que fui creciendo, esta idea no desapareció; una vez que me hube informado mejor sobre la carrera de Farmacia, las salidas que podía tener y los temas que trataba, decidí que, efectivamente, ésta sería mi elección. Y no me equivoqué, ya que, a pesar de que me parece una carrera que requiere mucho estudio y esfuerzo, descubrí que me gustaba.

Aunque al comenzar la carrera barajaba la posibilidad de quedarme a vivir en Vitoria durante la semana, finalmente he decidido ir (desde Bilbao) y volver cada día. Y, por mucho que me queje en algunas ocasiones del cansancio que esto supone, de los madrugones y las horas de autobús... puedo afirmar que es posible estudiar la carrera de esta forma; desde luego, es más cansado, y sí es cierto que se pierden algunas horas en los trayectos de ida y vuelta, pero no hay mayor problema que un poco de agobio extra en épocas de prácticas (que, al final, puede resolverse con algo de organización). Así que, si hay alguien más que se decantaría por esta opción pero tiene miedo a perder demasiado tiempo, me gustaría que esto sirviera para aclarar sus dudas.

El primer año fue algo caótico y, como suele pasar, estaba bastante perdida; pero, a medida que avanzaban los cursos, se empezaban a tratar aspectos cada vez más relacionados con lo que yo suponía que era la profesión del farmacéutico, y puedo decir que, para mí, a pesar de su mayor dificultad, los mejores cursos están siendo los últimos, ya que es posible ver cómo todas las asignaturas se van relacionando unas con otras.

Me interesa lo que se trata en la carrera de Farmacia porque creo que son temas con gran aplicación a la vida diaria de cualquier persona; permite entender muchísimas cosas relacionadas con los procesos que tienen lugar en nuestro organismo, lo que me parece importante porque creo que todos deberíamos saber cómo «funcionamos». La aplicación de todos estos conocimientos está a la orden del día y, aunque hay quien sigue pensando que tras estudiar esta carrera la única tarea del farmacéutico es «vender aspirinas», como a veces se oye decir, esto está muy lejos de la realidad.

Existen múltiples salidas profesionales a escoger; desde luego, trabajar en una oficina de farmacia es una de ellas (a mí, personalmente, me parece una buena opción). Pero no hay que olvidar que también es posible trabajar en una farmacia de hospital, dedicarse a la investigación, a la docencia, a la industria farmacéutica... e incluso a la cosmética; y muchas más cosas, todas muy interesantes, en mi opinión.

Respecto al trabajo en la oficina de farmacia, he realizado prácticas voluntarias en una de ellas este verano, y la verdad es que me ha gustado mucho. El trato con la gente es constante, no hay tiempo para aburrirse; además, las personas que acuden a ella, en ocasiones, no sólo necesitan comprar este medicamento o aquel otro, sino que, sabiendo que el farmacéutico es capaz de aconsejar sobre el uso de éstos y de resolver muchas de sus dudas, las exponen confiando en nuestra respuesta. Por lo tanto, al contrario de lo que algunas personas piensan, la labor del farmacéutico que trabaja en una oficina de farmacia va más allá de la simple venta de medicamentos.

Por mi parte, creo que posiblemente escoja esta opción para el futuro, ya que lo que me llama la atención es precisamente eso, la relación con los pacientes. Las prácticas voluntarias duraron un mes; al principio, todo era un lío: algunas veces no sabía dónde encontrar cada medicamento, o no sabía responder a las preguntas de los clientes; trataba de ser amable con ellos, pero, a la vez, no podía ocultar mi nerviosismo. Sin embargo, al pasar los días todo fue mejorando, y finalmente, puedo decir que fue una experiencia muy positiva. Sin embargo, creo que no hay que cerrarse ninguna puerta; por eso, me gustaría prepararme para el FIR una vez terminada la carrera, ya que no descarto la posibilidad de trabajar en un hospital.

Para terminar, me gustaría animar a aquéllos que estén pensando en cursar esta carrera a que, efectivamente, lo hagan; sé que sólo puedo contar mi experiencia y dar mi opinión, que, claro, es subjetiva; pero sinceramente pienso que es una muy buena opción, ya que es una carrera muy versátil y que ofrece una formación muy amplia, por lo que permite trabajar en ámbitos muy diversos. Además, en estos momentos en los que el trabajo escasea, pienso que las carreras sanitarias, aunque no proporcionen la total seguridad de conseguir un empleo, sí ofrecerán muchas posibilidades.

Destacados

Lo más leído