Prioridad: el enfoque al paciente
Diego Marro
Director. Máster en Atención Farmacéutica y Farmacoterapia. Facultad de Ciencias de la Salud. Universidad San Jorge. Villanueva de Gállego (Zaragoza). dmarro@usj.es
Para poder contestar adecuadamente a la pregunta de si deberían estudiarse en el grado en Farmacia contenidos de gestión empresarial, deberíamos responder primero a la siguiente pregunta: ¿Qué debe estudiarse en la carrera de Farmacia?
La respuesta más reciente y fundamentada a esta pregunta la encontramos en el Libro Blanco de Farmacia, elaborado por la Conferencia Española de Decanos de Farmacia en 2004: «La misión de la educación farmacéutica deriva de la misión de la profesión y es consistente con la misión de la práctica farmacéutica, siendo responsable de la preparación de los estudiantes e ingreso en la práctica de la farmacia, y del funcionamiento como profesionales y ciudadanos informados en un sistema de atención sanitaria cambiante, así como de la generación y transmisión de las novedades acerca de los medicamentos y de los sistemas de atención farmacéutica».
El currículo del grado en farmacia debe cumplir el triple objetivo de formar al futuro profesional en aspectos relacionados con: a) el paciente, b) la patología, y c) el medicamento. El paciente, tanto desde su perspectiva biológica y fisiológica como desde una perspectiva social, como agente activo en el proceso de cuidado de la salud. La enfermedad, como proceso fisiopatológico, también desde una perspectiva epidemiológica, sin olvidar su relevancia social e impacto farmacoeconómico. Y, finalmente, el medicamento. El farmacéutico, experto en farmacoterapia, debe conocer el medicamento desde sus múltiples perspectivas, y además ser capaz de aplicar esta información para resolver problemas y necesidades específicas de los pacientes.
Por otro lado, la Comission to Implement Change in Pharmaceutical Education del ACPE (American Council of Pharmaceutical Education) reafirma la necesidad de una componente fuertemente científica en el currículo, destacando a las ciencias básicas como fundamento de la educación farmacéutica y soporte de la filosofía práctica de la atención farmacéutica.
Además, el estudiante de farmacia debe trabajar otro tipo de habilidades básicas durante el grado: habilidades de comunicación (con el paciente y con otros profesionales de la salud) y habilidades de documentación (para ejercer una práctica profesional de calidad).
Si sumamos todas estas competencias y habilidades y las transformamos en créditos y en horas de trabajo y estudio estaremos de acuerdo en que formar a un farmacéutico es todo un programa y que va a ser necesario priorizar los contenidos que necesariamente deben tener cabida en el grado y aquellos otros que, siendo también importantes, por ser accesorios deben ser tratados en la formación de posgrado.
Este es, en mi opinión, el caso claro de cualquier componente empresarial o de gestión en la formación del farmacéutico. ¿Se trata de unos contenidos importantes para su futuro? Sin duda. Para cualquier profesional, y no solo para el farmacéutico. Un arquitecto, un psicólogo, un podólogo, un veterinario, un médico, un abogado, etc., tienen muchas posibilidades de acabar ejerciendo su profesión en un entorno empresarial. Sin embargo, es fácil entender que los contenidos de gestión no están directamente relacionados con la misión profesional del farmacéutico, debiendo ser este el criterio principal a la hora de decidir si determinado contenido debe ser incluido o no en el currículo del primer ciclo universitario o grado.
Adaptarse a la evolución de la farmacia
Alicia López Castellano
Profesora de Farmacia (Decana de la Facultad de Ciencias de la Salud). Universidad CEU Cardenal Herrera
¿Se debe enseñar gestión de la oficina de farmacia en la Universidad? Por supuesto que sí. Es obligación de la Universidad dotar al estudiante de las competencias para ejercer su profesión. En los antiguos Planes de Farmacia no se impartía gestión farmacéutica y por ello los farmacéuticos carecíamos de esta formación. Son muchos los compañeros que al llegar a la oficina de farmacia no se encontraban preparados para gestionarla y por ello se incorporó a los Planes de Estudio como asignatura obligatoria y en la actualidad se imparte en la mayoría de los grados de Farmacia de las universidades de España.
¿Significa que debemos olvidar al paciente, sus problemas con los medicamentos, sus problemas de salud y que la gestión sea el motor de nuestra profesión? Obviamente no, el paciente y el medicamento son el eje central de nuestra profesión, pero no debemos olvidar que la salida profesional principal es la oficina de farmacia y que el farmacéutico debe gestionarla correctamente.
La aplicación de los diversos reales decretos aprobados en los últimos años ha cambiado la situación de la farmacia en España: han desaparecido los precios de referencia, se ha establecido un sistema de copago que conlleva cambios en los sistemas de facturación, se ha aplicado una nueva escala de márgenes de deducción, la revisión de precios implica continuas devaluaciones del stock del que dispone la oficina de farmacia, etc. Todo ello hace imprescindible que, ahora más que nunca, el farmacéutico tenga conocimientos de gestión para optimizar los recursos de los que dispone. Es fundamental mantener la rentabilidad de la oficina de farmacia, ajustando el stock, reduciendo gastos, negociando nuevas condiciones comerciales con los almacenes de distribución, etc. Sin una correcta gestión desaparecerá la rentabilidad de la oficina de farmacia, y ello supondría su desaparición tal como la concebimos actualmente, y si esto ocurriera, aunque el eje de la profesión es el paciente y su tratamiento, no podríamos realizar nuestra función asistencial.
Los farmacéuticos debemos adaptarnos a la evolución de la farmacia y para ello la universidad debe liderar el cambio; no podemos estancarnos en el pasado, debemos adaptarnos a los tratamientos personalizados, a los nuevos medicamentos, a los avances de las tecnologías de la información, etc. El profesor universitario debe ser capaz de trasmitir al futuro farmacéutico sus inquietudes, y motivarle a estar siempre alerta, a continuar formándose, y a luchar por nuestra profesión. Es responsabilidad social de la Universidad ayudar al farmacéutico en el desarrollo de todos los aspectos de su quehacer. El farmacéutico debe cuidar de sus pacientes y de su oficina de farmacia e intentar optimizar los recursos y gestionarlos adecuadamente. En su formación, debe incrementar las competencias necesarias para desarrollar eficazmente las funciones de gestión, como la contabilidad, la facturación, la negociación en las compras, la gestión de almacén y de stocks, etc. En el contexto en el que nos encontramos la farmacia debe ser capaz de adaptarse a la sociedad y, por supuesto, la universidad debe formar a los farmacéuticos que necesita la población, es decir, nuestros pacientes. Y sin olvidar que el objetivo de nuestra profesión es asumir con responsabilidad el tratamiento de nuestros pacientes.