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  • Rollo necio o necesario

Jack Kerouac escribió su On the road a máquina, en un rollo de papel que armó pegando una tras otra ocho larguísimas hojas de diversa longitud, en total 36 metros de papel de calcar, del tipo utilizado por los arquitectos, recortados longitudinalmente para que se ajustaran al carro de la máquina y pegándolos hasta formar un rollo de papel continuo. La escribió de seguido, salvo las pausas que la naturaleza impone, y sin ningún punto y aparte. Tardó en hacerlo tres semanas justas. Puestos a dar números exactos fueron 17 las estériles transfusiones de sangre que no compensaron la hemorragia interna del contumaz dipsómano. Y lo del rollo, metáfora de la carretera, también creó adicción. 

Los romanos, cuando escribían en latín, escribían en papel enrollado, y los estudiantes de Derecho celebran la fiesta del rollo, pero no es eso. Juan Benet, ingeniero de caminos, canales y puertos, gana el premio Biblioteca Breve en 1969 con Una meditación, novela magistral y rompedora. La escribe incorporando a la máquina un artilugio con un rollo de papel continuo que le impide volver sobre lo ya escrito, homenaje a Kerouac y espontaneidad largamente trabajada, pero tampoco es la sinonimia con lo pesado o aburrido de una obra pública lo que más nos afecta. De la ocurrencia, señalemos los dos extremos de su necesidad y de su necedad o extravagancia.

UNO (la necesidad). A José León Sánchez, al que en el penal de la isla de San Lucas, donde cumplía varias cadenas perpetuas desde los 19 años, le llamaban «el loco del rollo de papel». Las truculencias de una historia preñada de autobiografía. El manuscrito de su novela, La isla de los hombres solos, lo escribió con cabos de lápices diferentes en el único papel al alcance de su mano, el papel cartón de los sacos de cemento de la obra en que penaba sin redención de pena por el trabajo forzado. La verdad es que cargaba de continuo con un gran fardo de papeles enrollados y dormía sobre él para que no se lo robaran. No era un problema de propiedad intelectual sino de confort, el papel de los sacos eran disputadísimos colchón y abrigo.

DOS (la necedad). A Koji Suzuki, escritor nipón, le llamaban «un loco rollo de papel higiénico». Su novela Drop, y a saber cómo se escribe gota en japonés, es una novela corta de terror psicológico escrita sobre un rollo de papel higiénico. Un auténtico best seller que no se vende en librerías. No la escribió directamente ni a máquina ni a mano, fue a su editorial a la que se le ocurrió imprimirla así y distribuirla por los mejores retretes de las islas del Sol Naciente. Dicen que ha hecho furor entre los estreñidos, contumaces consumidores de laxantes e historias siniestras. Dicen que cada usuario termina robando un rollo para terminar de leerlo en casa y pronostican que es el único soporte de papel capaz de resistir al avance del libro electrónico.

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