Para cuando salga este artículo, Francisco Martínez Romero, el gran Paco Martínez, que fuera director científico de esta revista, habrá recibido de quienes tanto le admiraron el homenaje que con tanto cariño le ha organizado una de las muchas sociedades científicas que contribuyó a crear, y sin duda a la que más cariño le tuvo, la Sociedad Española de Farmacia Familiar y Comunitaria (SEFAC).
Para los que formamos parte de su primera generación de seguidores, Paco fue nuestra auténtica referencia, el que nos hizo sentirnos orgullosos de ser farmacéuticos comunitarios, por mucho que nos dijeran lo contrario en la facultad; el que nos abrió los ojos para reconocer a la farmacia como un centro asistencial y de investigación de primer orden. Con Paco muchos nos iniciamos en la publicación en revistas científicas y en la presentación de trabajos sobre farmacia asistencial en congresos. Y gracias a él, que no sabía inglés, conocimos a los investigadores más importantes del mundo en esta rama fundamental de la ciencia farmacéutica, a pesar de que todavía haya académicos que aún la consideren una tertulia de casino.
Paco Martínez fue un auténtico innovador de la farmacia, y tras su flauta muchos salimos hipnotizados a seguir su música. Había, sin duda, otras personas admirables y de prestigio en el entorno de la atención farmacéutica, pero los farmacéuticos de la calle, como nos denominaban esos otros dedicados a la medicovigilancia, a lo que aspirábamos, al menos en mi caso, era a llegar a ser algún día como él.
Con ser esto mucho, y más que suficiente para que toda la profesión le otorgase el reconocimiento que merecía, había otros aspectos en él que lo hacían más grande: su generosidad y su discreción en momentos importantes para la profesión.
Paco contribuyó a crear el primer programa formativo y asistencial en seguimiento farmacoterapéutico, y lo bautizó como Programa Dáder. En lugar de autocitarse, como hacen muchos científicos, lo denominó con el apellido de la madre de María José Faus, otra de las referentes para muchos farmacéuticos.
Y qué decir cuando se gestó el documento de consenso sobre atención farmacéutica, que auspició el entonces Ministerio de Sanidad y Consumo y que vio la luz en 2001. Paco fue quien movió los hilos para crear el panel de expertos que lo diseñó, y sin embargo no formó parte de él, cuando pocos profesionales había más cualificados que él para haberlo integrado.
Supo liderar cuando se necesitaba y hacerse a un lado en un tiempo prudencial, porque, al contrario de quienes se consideran indispensables y se eternizan en los cargos, era consciente de que si los movimientos, científicos y profesionales en este caso, son realmente importantes, las personas que los dirigen están en un segundo plano siempre.
¿Defectos? Tantos como usted y yo, sin duda. Pero los personajes que cambian la historia, a falta de la justicia que se les debió hacer en vida, al menos gozan de la prerrogativa de ser recordados por lo mucho que nos dieron.