Cada 26 de julio, festividad de San Joaquín y Santa Ana, se celebra en España el «Día de los Abuelos». Sucede así desde hace unos años, pretendiendo recordar a la sociedad que estamos ahí. Particularmente no me gustan ese tipo de celebraciones, porque considero que son pura estrategia comercial.
El papel de los abuelos en la familia está cambiando porque la estructura familiar ha evolucionado. Cierto que la mitad de los abuelos españoles actualmente cuida de sus nietos a diario, y algunos incluso colaboran con parte de su pensión en la manutención de sus hijos en paro. Pero no hay que olvidar que muchos abuelos han dejado de pertenecer a «la generación sándwich», esa que, sin dejar de cuidar a sus padres, hace lo mismo con los nietos. Ahora viajan continuamente y disfrutan de una intensa vida social. Cada vez parecen más jóvenes y más activos, con inquietudes culturales, independientes económicamente y un alto nivel de autonomía. Administran bien su tiempo y disfrutan de los nietos sin agobios, aprendiendo unos de otros. Está demostrado que el contacto entre nietos y abuelos es tan enriquecedor para unos como estimulante para los otros.
Con la intención de conmemorar esa fecha, algunos medios de comunicación entrevistan a abuelos famosos, populares, para que comenten sus experiencias con los nietos. Llama mi atención las respuestas de una famosísima actriz ya entrada en años. «No quiero saber nada de mis nietos, que los cuiden sus padres o que contraten a una niñera, que yo tengo que vivir mi vida.» Lo primero que pienso: «Ahí, ahí, con un par».
Otra famosa, también actriz, tampoco quiere saber nada del tema, bastante hizo por sus hijos. Ahora sólo piensa en los viajes del IMSERSO y en lo mucho que disfruta en Benidorm.
Estoy sumida en mis pensamientos cuando oigo una voz:
–Abuela...
–Dime Nora.
Es mi nieta que pasa unos días en casa y duerme a mi lado.
–He visto una película en mis ojos dormidos.
¿Se puede decir algo más bonito, más poético? ¿Se puede cambiar algo así por unos días en Benidorm?
En verano, mirando el cielo estrellado de agosto, Nora y yo cantamos a voz en grito «estrellita donde estás, quiero verte titilar...».
En esas entrevistas que leo para matar el tiempo hay frases curiosas, como la que dice que uno de los mayores misterios de la vida es que el chico que no parecía lo suficientemente bueno para casarse con una hija pueda ser el padre del nieto más maravilloso del mundo.
Nora es maravillosa. Puedo decirlo, soy la abuela.
–Abuela...
–Dime.
–He vuelto a ver una película en mis ojos dormidos...
Eso es soñar.