Mensajes claros

De todos es sabido que las apariencias engañan. Ahora parece que la sanidad catalana sea una máquina implacable de recortar. Mucho nos tememos que una vez más no es lo que parece. Lo que realmente sucede es que en Cataluña las elecciones ya se celebraron hace cuatro meses y ya no es preciso dulcificar la descripción de la gravedad de la situación.

En estos momentos es imprescindible enviar mensajes claros sobre los esfuerzos que deberá acometer el país entero y olvidar argumentos basados principalmente en intereses electorales. La lógica y la responsabilidad deberían ser las bases sobre las que se construyeran las propuestas, pero no parece ser las que nuestros representantes políticos estén dispuestos a mantener, y mucho nos tememos que en este caso las apariencias no nos engañan.

Es comprensible que la actitud al recibir la mala noticia de lo delicado de nuestra situación haya sido la negación, para acto seguido, cuando ya no es posible negar la evidencia, aparezca la irritación frente a los sacrificios necesarios para afrontarla. En esa fase del proceso del duelo, que es en la que nos encontramos, se necesita de la templanza para no caer en la tentación de la demagogia. La demagogia que se esconde detrás de algunas propuestas impulsadas por partidos políticos de todo signo, a las que se adhieren profesionales irritados por la difícil situación, que sugieren que el camino para evitar los sacrificios está, una vez más, en recortar la factura farmacéutica.

A menudo parece que la factura farmacéutica sea una factura accesoria en el presupuesto sanitario y que los tratamientos farmacológicos no sean parte fundamental de la atención sanitaria. No es así. Esa factura es el reflejo de lo que cuesta una herramienta terapéutica fundamental en el mantenimiento de la salud de los ciudadanos y es el motor de todo un sector industrial generador de mucha riqueza en nuestro país. Dos razones de peso para no enviar mensajes frívolos sobre ella.

Debemos exigir a los políticos que cojan el toro por los cuernos, que ajusten lo que se deba ajustar, que nos cuenten de una vez por todas la sanidad que el país puede pagar con la riqueza que el país es capaz de generar, cuáles son los planes para reactivar una economía intervenida y un país con cerca de cinco millones de parados y dejar de esconder la cabeza bajo el ala y de buscar cabezas de turco a las que se les atribuyen todos los males.

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