Las lágrimas no calman la sed

EF498 EDITORIAL

Una de las prácticas de riesgo más peligrosas es hablar de las bondades de visitar a menudo al dentista con alguien que está sufriendo un terrible dolor de muelas. Corres el riesgo de que toda su ira descargue con furia sobre tu cabeza.

Pero lo cierto es que el mejor método para evitar los males es una buena planificación de visitas y la incorporación de hábitos saludables a la rutina diaria. No siempre, pues, la verdad es lo más conveniente para la salud. Paradójico, pero cierto.

Del mismo modo, es una práctica que comporta su riesgo –es de esperar que no tanto como la anterior– intentar hablar sobre las estrategias más adecuadas para afrontar los retos de futuro que tiene la profesión farmacéutica en el momento en el que lo más acuciante es calmar el dolor provocado por el incumplimiento reiterado por parte de las Administraciones de los plazos de pago. Un dolor que solo responde a un tratamiento. Cobrando.

No hay duda alguna sobre el deterioro financiero que los retrasos en el pago están provocando en el sector (un deterioro sangrante en algunos casos, como los de Castilla-La Mancha, Valencia y Cataluña) y, también, que es comprensible que los esfuerzos se dirijan a encontrar a toda costa el remedio adecuado, pero dejaríamos de ser consecuentes con la verdad, aun a riesgo de sufrir alguna que otra incomprensión, si no nos hiciéramos eco de los graves problemas estructurales que debilitan al sector y que se mantendrán una vez se supere la situación de incumplimiento de los compromisos de pago por parte de la Ad­mi­nistración. Los impagos pasarán, la Ley de Morosidad es una muestra de que Europa no va a permitir un socio que sea moroso con sus proveedores de una forma habitual, utilizando este hábito tan nocivo para la economía como un método perverso y barato de financiación, pero debemos recordar que no se aprecian perspectivas que nos hagan esperar crecimientos sostenidos ni tan siquiera coyunturales, que la contracción del mercado es una realidad, y que si bien es cierto que parece que el sector ha llegado al suelo, nadie puede garantizar que no exista un subsuelo.

No estamos en una crisis que va a desvanecerse para que el brillante pasado vuelva con fuerza. La escasez presupuestaria, el control extremo del déficit, las políticas de austeridad, deberían ser indicadores que nos hicieran entender que estamos sumergidos en una nueva realidad que necesita nuevos modelos, nuevas actitudes, nuevos conocimientos, nuevos instrumentos o... nuevos actores.