Si asumimos como objetivo fundamental de las políticas sanitarias la mejora de la salud de los ciudadanos y damos validez a los datos y a los resultados de los citados estudios, es fácil deducir la existencia de una oportunidad real de mejora de la salud actuando en el campo de la utilización de los medicamentos y un nicho de costes evitables que vale la pena explorar y explotar, que a su vez permitiría liberar recursos para avanzar hacia el objetivo que nunca deberíamos perder de vista. Una muestra de estos estudios es el programa conSIGUE, del que recientemente se han presentado resultados. Aporta, una vez más, datos significativos sobre el posible papel del farmacéutico en la farmacia comunitaria en la disminución objetiva de ingresos hospitalarios, la mejora del control de las complicaciones y la disminución del consumo de medicamentos
El párrafo anterior podría ser un buen editorial. Corto, conciso, esperanzador, coherente. Sin embargo, se quedaría a mitad de camino y no respondería a la pregunta que en estos momentos sobrevuela el sector: ¿por qué no se implantan en las farmacias servicios de seguimiento farmacoterapéutico si tan beneficiosos son?
Aunque hay voces autorizadas que aseguran que el motivo es simple y llanamente la inexistencia de voluntad de pagar esta actividad por parte de la Administración de turno, la respuesta es de una complejidad grande y tiene muchas caras distintas. Lo que es evidente es que no existe una oferta concreta del sector de oficinas de farmacia. Una oferta que concrete las tres cuestiones principales, cada una de ellas con multitud de aspectos para la reflexión:
1. Protocolo de actuación.
2. Acreditación de farmacias.
3. Precio.
No cabe ninguna duda de que es necesario continuar aportando evidencias contrastadas y cargándose de razones, pero va llegando la hora de concretar ofertas, porque una oferta inconcreta es como el humo sin fuego. Huele y no quema, pero puede ahogarte.