Vamos pues con la lista: la dificultad en el abastecimiento de algunos medicamentos, la normativa incoherente respecto a las condiciones de dispensación de algunos medicamentos, y el deterioro de la economía y de las condiciones de trabajo de las farmacias situadas en zonas despobladas. Es nuestra lista de invitados.
Si alguna característica destacable tiene el sector de las oficinas de farmacia, y muy especialmente sus dirigentes, es la prudencia. Algunos la tildan, con cierta dosis de crítica homeopática, de conservadurismo, pero hemos de convenir que cualquiera que tenga algo valioso lo quiera conservar. En este contexto la prudencia es deseable. Sin embargo, esta sabia virtud no debería confundirse con la tibieza a la hora de criticar situaciones, medidas o normativas que claramente son perjudiciales para sus intereses y que a menudo también lo son para el conjunto de la sociedad. Su crítica diáfana y sus propuestas para superar esas situaciones perjudiciales deberían ser los protagonistas permanentes de sus declaraciones y actuaciones.
Es cierto que el día de la boda tan sólo es el inicio de un camino en el que surgirán otros problemas y que hay otras muchas cuestiones de las que ocuparse para que la relación funcione, pero también lo es que empezar con mal pie no es conveniente. Debería quedar claro que las prioridades de representantes y representados deben estar en sintonía si los primeros no quieren acabar encerrados en una torre de marfil desde la que tendrán una visión privilegiada, pero en la que cada vez van a estar más solos.