Homeopatía: ¿en entredicho?

En los últimos meses ha vuelto a ponerse de actualidad el debate en torno a la base científica de la homeopatía. Un médico y un farmacéutico exponen sus opiniones al respecto.

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Falta de información veraz

Carlos Aldea Bueno
Médico de Atención Primaria. Geriatra. Especialista en Homeopatía

La homeopatía ha estado siempre en entredicho, pero en el fondo es siempre lo mismo: la falta de una información veraz por parte de los medios de comunicación. Su información se fundamenta en unos argumentos totalmente falsos y engañosos que ya hemos desmontado en infinidad de ocasiones, aunque siguen repitiéndolos. Pero ¿cuáles son estos argumentos?

• «La homeopatía sólo tiene un efecto placebo.» Esta afirmación ha sido desmentida primero desde el punto de vista clínico, por la gran eficacia de este método terapéutico en neonatos (cólico del lactante, resfriados con tos y mocos, etc.), pero también en el campo de la medicina veterinaria. En ambos casos, la posibilidad del efecto placebo es totalmente inexistente. En segundo lugar, ha sido desmentida por infinidad de trabajos publicados en revistas científicas de renombre, como Lancet o British Medical Journal, en los que se evidencia que el efecto terapéutico está por encima del efecto placebo. Un ejemplo de ello: el metaanálisis de Linde et al.1

• «La homeopatía no tiene evidencia científica. No conocemos su mecanismo de acción.» Igual que ocurre con los medicamentos tradicionales, hoy en día conocemos el mecanismo de acción de muchos (pero no todos) los medicamentos homeopáticos, y eso ha sido posible gracias a infinidad de trabajos científicos y de investigación aparecidos en diversas publicaciones. Citaremos sólo dos de los más conocidos: la acción del medicamento homeopático coffea tosta (café tostado homeopatizado) para el tratamiento del insomnio, de Bell et al.2, y los trabajos de Doutremepuich et al.3 sobre la acción del ácido acetilsalicílico (AAS) homeopatizado respecto al AAS ponderal de 100 mg (estudio in vivo [Wistar] del efecto de la inyección de AAS 100 mg/kg frente a diluciones homeopáticas de AAS). El AAS 100 mg/kg produce una disminución de la agregación plaquetaria y de la superficie de los trombos (COX1), frente al AAS 15CH, que causa un aumento de la agregación plaquetaria y de la superficie de trombos (COX2).

En España, la homeopatía está presente en 15.000 farmacias. Desde 2012, tiene una representación específica en 19 colegios oficiales de médicos y 11 colegios oficiales de farmacéuticos. Hay 9.600 médicos que prescriben habitual u ocasionalmente medicamentos homeopáticos, tenemos 2.600 médicos especialistas en homeopatía y 4.000 médicos del Sistema Nacional de Salud interesados por la homeopatía, de los cuales 2.700 son prescriptores activos4.
Y si nos fijamos en lo que ocurre a escala mundial, vemos que la homeopatía está presente en 95 países, con 400 millones de pacientes y más de 250.000 médicos especializados en homeopatía.
A pesar de todo ello, seguiremos en entredicho.

Bibliografía
Linde K, Clausius N, Ramírez G, Melchart D, Eitel F, Hedges LV, et al. Are the clinical effects of homoeopathy placebo effects? A metaanalysis of placebo controlled trials. Lancet. 1997; 350(9.081): 834-843.
Bell IR, Howerter A, Jackson N, Aickin M, Baldwin CM, Bootzin RR. Effects of homeopathic medicines on polysomnographic sleep of young adults with histories of coffee-related insomnia. Sleep Med. 2011; 1: 1.
Belougne-Nalfatti E, Aguejouf O, Doutremepuich C, Belon P. Combination of two doses of acetyl salicylic acid: experimental study of arterial thrombosis. Thromb Res. 1998; 90: 215-221.
Sacristán Rubio A, Torres Jiménez JI. Homeopatía, una realidad social y asistencial. Aten Primaria. 2015; 47(7): 469-470.

 

¿Evidencia científica?

Manuel Machuca
Farmacéutico. farmacoterapiasocial.es

No hace mucho, el suplemento de uno de los grandes periódicos de tirada nacional llevaba a su portada un titular acerca de la homeopatía, preguntándose por qué tenía tantos enemigos si a nadie le había hecho nada. Y ahí radica precisamente el problema (más allá de la socarronería del periodista), porque con frecuencia no somos conscientes de que lo peor de utilizar una terapia o un tratamiento que no funciona es lo que ésta ha dejado de hacer. Porque los medicamentos homeopáticos (voy a ser respetuoso con esa categoría que la legislación, el tipo de IVA y sus defensores les atribuyen) pueden ser muy nocivos, tanto como otros alopáticos, por dejar de producir el efecto que el paciente necesita. Porque, aunque peque de inocente, quiero pensar que siempre que se utiliza un medicamento se hace para alcanzar un determinado resultado en salud que no se conseguiría si dicho producto no se utilizase.

Cualquier tecnología sanitaria, y la homeopatía lo es o pretende serlo (la atención farmacéutica –¡ay, la atención farmacéutica!– también lo es o pretende serlo), tiene que pasar el mismo examen al que se someten todas las demás tecnologías sanitarias y demostrar, por el método científico, tanto su utilidad como el contexto en el que son beneficiosas. Y la realidad es que la homeopatía no ha demostrado que sea superior al placebo en los estudios que se han realizado. O sea, tiene casi tan buenos resultados como el placebo. Y que yo recuerde, el placebo puede utilizarse legalmente sólo en aquellas patologías para las que no existe tratamiento.

En 2015, el National Health and Medical Research Council del gobierno de Australia concluyó, tras un estudio y valoración de las evidencias científicas sobre la efectividad de la homeopatía, que no hay ningún problema de salud para el que exista «evidencia científica» fehaciente de que la homeopatía es efectiva.

El médico alemán Edzard Ernst, cuyos trabajos de investigación se orientan hacia la evaluación crítica de las denominadas «terapias alternativas», sugiere que esa aparente efectividad que se manifiesta en algunos pacientes se basa en lo que él denomina «epifanía homeopática», una impresionante experiencia personal que los convierte en creyentes absolutos de esta terapia, algo que no se produce en el caso de ese pobre paciente al que la aspirina le ha aliviado su dolor de cabeza.

Que se permita la comercialización de medicamentos homeopáticos es algo que precisa una reflexión que va más allá de la pretensión de este artículo y tiene no pocas connotaciones políticas (inversamente proporcionales a las del reconocimiento de otras tecnologías sanitarias, como la atención farmacéutica) o intereses comerciales, y habla poco en favor del Estado como defensor del derecho a la salud de los ciudadanos, ya que parece limitarse a ser nada más que un prestador de determinados servicios que no le provoquen mucho dolor de cabeza en lo político.

Otro punto que cabría discutir sería el papel de la farmacia como establecimiento sanitario legitimador de esta cadena de despropósitos, que desgraciadamente no es la única que sufre, y para ello no quedaría otra que discutir acerca de si debemos continuar percibiendo honorarios en función de lo que vendemos. Pero esto, tener a un profesional beligerante con la efectividad y seguridad de la farmacoterapia, a la cadena del medicamento le interesa muy poco, y a muchos farmacéuticos, tampoco mucho más.