Hazañas bélicas

No aprendemos. Nos emocionamos con los desfiles que llenan los senderos de gloria, las canciones acompañan a los jóvenes e invocamos a la divina verdad para tejer los uniformes y los estandartes. No aprendemos. Parece que necesi-temos una dosis de heroísmo como el yonqui su droga. Somos incapaces de prever el paisaje después de la batalla, ni tampoco hacemos caso de los viejos soldados que volvieron de la penúltima guerra.

Hazañas bélicas

La paz es aburrida, dicen algunos. No lo sé. Yo me distraigo con muy poca cosa. Lo que sí sé es que es costosa y difícil de mantener. Requiere esfuerzo y sobre todo inteligencia. La paz no es gratis.

Deberéis perdonarme, queridos lectores, he caído en la tentación de utilizar la metáfora bélica para escribir sobre es-tos tiempos que nos ha tocado vivir. Me prometí que no lo haría, pero lo cierto es que da mucho juego y facilita la tarea después de las vacaciones.

Ya hemos elevado monolitos por nuestros muertos, hemos compuesto himnos con nuestras heroicidades, tenemos las cuentas cuadradas de nuestros sacrificios, hemos hecho brindis al sol de los amaneceres, pero lo cierto es que el pano-rama es descorazonador. Nuestro sector no ha sido de los más diezmados por los efectos económicos directos de la pandemia; no han cerrado farmacias durante estos meses como sí ha sucedido de manera abrupta en otros sectores, pero continuamos sin hacer los deberes, y las duras condiciones que requerirá la travesía del desierto que le espera a nuestro país también las vamos a padecer.

Volverán las tensiones sobre nuestro sistema de retribución basado en el margen sobre el precio del medicamento (anunciadas ya antes de la pandemia); van a acentuarse las grandes diferencias entre farmacias en un modelo que todo lo regula, pero que no dispone de mecanismos de modulación de las rentas de localización, y no se ha avanzado en la coordinación con el SNS más allá de ajustes administrativos en la receta electrónica, lo que enquista el aislamiento de la oficina de farmacia respecto de los procesos asistenciales de los pacientes.

Yo también leí los tebeos de Hazañas Bélicas editados por Toray, me gustaban porque siempre ganaban los buenos, aunque para hacerlo necesitaran grandes dosis de heroísmo. Poco a poco me di cuenta de que las cosas fuera de esas páginas ilustradas no iban del mismo modo, y que hacía falta planificar una estrategia y picar mucha piedra para ganar. Los que lo hacen son los que se llevan la victoria, aunque sean los malos.