La farmacia es comunitaria, su realidad moderna es comunitaria, la relación con la gente es comunitaria, y todos somos cercanos a la Unión Europea desde 1985.
Desde entonces, mucho hemos progresado en atención farmacéutica, mucha la legislación española que se ha ido adaptando a las necesidades y ruegos de muchos usuarios.
Estamos desarrollados, formamos parte de un sistema de salud comunitaria coincidente en aspectos con muchos países de Europa.
Es la profesionalización global, la realidad con el entorno comunitario ha roto espacios de acción y la farmacia tiende por si misma a su fin propio. Entelequia comunitaria de reunir en el mismo espacio todo aquello que impulse y garantice la correcta custodia y dispensación de las medicinas y productos sanitarios.
Con el corazón en un puño, por corazonada de automatismo de la vacunación del sistema sanitario, la inmunización quiere regresar a las farmacias. Por intuición profesional farmacéutica, la profesión quiere anidar en el entorno de dispensación la propia acción de vacunar. Intuición no carente de preocupación y que ha propiciado que la dispensación de vacunas y su correcta administración esté en entredicho y que se recupere la vacunación en las boticas de forma mas fácil y rápida.
La propia acción de vacunar se realizaba de antiguo en algunas farmacias, el practicante se desplazaba a la farmacia donde la correcta conservación de la vacuna aseguraba una dispensación prácticamente inmediata. Con la construcción de centros de salud y la profesionalización del servicio de enfermería, se añadió un punto más del recorrido de la vacuna hasta llegar a ponerla. La cadena de frío se alargó, y actualmente en ocasiones con el desabastecimiento de algunas vacunas y la imposibilidad de citas, hay ocasiones en que la vacuna se conserva durante varios días y al menos en dos neveras distintas y, a veces, se administran en los hogares.
Esta cuestión ha despertado la inquietud de los farmacéuticos, que han visto mermada la vacunación de algunas vacunas no obligatorias pero sí recomendadas por el pediatra, y de usuarios no satisfechos, a veces desde las farmacias por escasez de fabricación o retraso de citas en los centros de salud o por tiempos de espera muy alargados. Con todo ello, la preocupación ha sido compartida entre farmacéuticos y usuarios y nos hemos cuestionado el porqué de no vacunar en las farmacias.
La inmunización mediante vacunación en España no está permitida y son muchas las preguntas que nos hemos empezado a hacer. ¿Son las distancias aquello que lo posibilita o lo impide? ¿Es la farmacia un entorno urbano adecuado para vacunar? ¿Garantizaría una correcta cadena de frío la vacunación en farmacias rurales acortando desplazamientos a centros de salud no próximos? ¿Estamos capacitados desde la farmacia para realizar esa tarea? Nos preguntamos si el curso natural de la inmunización es el principio de vacunar en la farmacia, es un principio de acción necesario de ejercer en la farmacia considerando que la vacunación como acto de vacunar que tiende por si misma a su propio fin de una correcta conservación, garantía de administración y generador de inmunización individual y comunitaria, sin tener que trasladarla a través de más intermediarios.
Una inquietud despertada por el número de vacunas no obligatorias dispensadas en las farmacias y que en ocasiones se administran incluso en los hogares, al margen de los profesionales de la salud. Vista la modernidad donde nos englobamos y considerando el respeto de otros profesionales, desde la farmacia y con una inquietud no restrictiva, pienso en la necesidad de recuperar los entornos de vacunación, al margen de financiación, sí como inmunización comunitaria y que la imposibilidad, la escasez económica o quizá la vanidad individual de que no es necesario un lugar apropiado para vacunar, haya llevado a la ausencia de vacunaciones o vacunaciones no correctas en los hogares.