Poco a poco se va construyendo un peligroso consenso político en torno a la idea de que el gasto en medicamentos en España es demasiado elevado y que no es compatible con las restricciones presupuestarias a las que nuestra economía está sometida y, mucho nos tememos, a las que continuará sometida. Nos atrevemos a tildar de peligroso ese consenso porque sospechamos que no está basado en ninguna evidencia sanitaria suficientemente sólida, sino en la facilidad de construir un discurso político rentable en votos. Descorazonador, pero cierto.
Hacer un análisis del coste de la factura de medicamentos financiados con dinero público es un ejercicio complejo que requiere un análisis riguroso de la realidad poliédrica del uso y del mercado de medicamentos. No parece que esta rigurosidad sea la característica diferencial de los argumentos que los partidos políticos están utilizando estos últimos meses.
La situación de las finanzas públicas no es holgada, por lo que es comprensible, incluso exigible, que los responsables de hacerlas viables busquen ajustarlas al máximo, pero los ajustes deberían ir más allá del simple recorte porque de lo que se trata es de cambiar el paradigma. La sostenibilidad global del sistema debería estar instalada en el centro de las decisiones políticas y desde hace demasiado tiempo parece que el centro de atención se limite a una factura farmacéutica ya muy maltrecha.
La infrafinanciación del sistema sanitario es una dolencia crónica que nadie hasta ahora ha querido tratar a fondo y para evitar el mal trago del tratamiento apropiado se opta por los paños calientes, pero las consecuencias de esta actitud complaciente durante los años de bonanza, aparecen en el presente con toda su crudeza y ahora, cuando llegan las vacas flacas, no sólo debe acometerse esta tarea sino que es preciso cubrir el déficit generado en estos años.
Es comprensible que vista la gravedad de la situación sea necesario realizar ajustes en todos los frentes, pero no comprendemos que el mensaje que constantemente llegue a la ciudadanía sea el que asocia despilfarro con medicamentos, esa manera de hacer política no tiene un recorrido largo, y una vez más se escoge el camino fácil sin valorar los efectos indeseables que provoca en un sector que siempre ha sido un motor de la economía.
Esta mala sensación es con la que nos quedamos después del último Consejo Interterritorial, otra oportunidad perdida, y van...