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De oca en oca y tiro porque me toca

El siglo pasado parece lejos, ¿no? Y aún más en estos tiempos en que, aunque nos digan que nada ha cambiado en lo que se refiere a su medida, lo que realmente percibimos es que los segundos se van acortando cada día. Todo pasa muy rápido.

De oca en oca y tiro porque me toca
De oca en oca y tiro porque me toca

En las postrimerías de ese pretérito siglo se publicó en nuestro país el primer libro blanco de los servicios que podían (visto lo visto, más exacto sería utilizar el condicional, podrían) prestarse en la farmacia más allá de la dispensación de medicamentos. El libro hablaba –aún habla para quien quiera escuchar– de actividades de cribado y de promoción de la salud.

Esa publicación ya se presentó entonces como un hito en la historia de la transformación del rol asistencial de la farmacia en España. Una forma de entender la farmacia de la que empezó a hablarse en el mundo durante el último cuarto de siglo y que tuvo otro hito en los inicios de su última década con la publicación del artículo de Heppler y Strand «Opportunities and responsibilities in pharmaceutical care».

La farmacia en el mundo ha evolucionado en estos años, eso está claro, ¡sólo faltaría! diría un castizo, pero lo que debemos preguntarnos es si nuestra farmacia lo ha hecho profundamente. O si hemos ido transitando de hito en hito como si de un juego de la oca se tratara, para que las cosas no cambiaran demasiado. Ni entonces la atención farmacéutica se implantó realmente ni ahora los servicios profesionales lo han hecho.

Debemos reconocer, eso sí, la habilidad de algunos ilustres que ni entendían ni querían los cambios. Con sorprendente agilidad, aprendieron a usar las palabras y los enunciados para dotar de una pátina de progresismo su discurso con el objetivo de preservar un statu quo. Así llevamos treinta años.

La transformación de un sector es un proceso complejo. Durante estos años muchos farmacéuticos han destinado ingentes cantidades de energía y de esfuerzo para conseguirlo, pero lo cierto es que las bases en las que se aposenta el sector se han mantenido inmutables. Seguramente la mayoría del sector y los que lo lideran no han asumido que los cambios deben enfocarse en adecuar el objeto principal de la profesión y de las farmacias a las necesidades de nuestro tiempo, y que el modelo organizativo del sector es un instrumento para adecuarse a ese cambio. Sin embargo, han dedicado sus máximos esfuerzos a enarbolar ese modelo como estandarte de ese objeto último. Mientras, detrás de ese pendón van pasando oportunidades reales como, por ejemplo, el desarrollo profesional de las posibilidades asistenciales que brinda la receta electrónica. Una realidad, ésa sí, que corre el riesgo, si no nos apresuramos, de quedar como otro hito en nuestra historia sectorial.

La retórica es una apuesta absolutamente legítima, pero requiere más transparencia de parte de quien la utiliza. No es de recibo tener a la mesa jugando a la oca y estar repitiendo con insistencia que la partida de parchís va muy bien.

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