En primer término de esa realidad descongelada nos encontramos con una red de establecimientos sanitarios regentados por un farmacéutico/a, un profesional con un nivel de conocimientos muy elevado, puesta al servicio de la sociedad, que dibuja un modelo farmacéutico singular que proporciona un servicio básico de una forma eficaz, con las mínimas desigualdades y de una forma homogénea en todo el territorio. Un primer plano espléndido que puede resistir el análisis de la cámara más despiadada.
Sería un error infantil, un pecado de inocencia, si nos quedáramos exclusivamente con esta imagen ¿Qué se esconde en un segundo plano? Un modelo empresarial minifundista muy castigado por la escasez de recursos públicos (70% de su volumen de negocio) que ha significado un descenso de la facturación cercano al 30%, agravado por la morosidad intolerablemente endémica de las Administraciones, un modelo empresarial que arrastra desde hace años el lastre que significa no encontrar alternativas de crecimiento y con grandes dificultades para que las iniciativas del empresario puedan cristalizar en éxitos tangibles.
No se trata de establecer un debate entre el primer y el segundo plano, entre pesimistas y optimistas, ni se trata tampoco de poner sambenitos a nadie. La imagen real del sector es la que refleja su globalidad y lo importante, lo imprescindible, es entender que la belleza de las imágenes la determina la armonía de todos los planos. Cualquier otra alternativa a lo mucho que puede aspirar es a ser una caricatura más o menos acertada.