Los resultados de un metaanálisis sobre la automonitorización de la glucemia en diabéticos tipo 2 no tratados con insulina, realizado a partir de los datos individuales de 2.552 pacientes, no son suficientes para observar un efecto clínico convincente, por lo que la automonitorización no puede recomendarse, si bien se mostró una ligera diferencia estadísticamente significativa en la reducción de la hemoglobina glucosilada.
La automonitorización de la glucemia en pacientes diabéticos constituye un acto relevante en el control de los diabéticos que utilizan insulina. Sus resultados son importantes para modificar, si es necesario, el tratamiento de la enfermedad, con el fin de alcanzar los objetivos recomendados. Sin embargo, en el caso de la diabetes que no precisa de insulina, como ocurre en la mayoría de los pacientes diabéticos tipo 2, la monitorización de la glucemia por el propio paciente no ha mostrado resultados claros, y muchas guías recomiendan que no se realice de forma sistemática en pacientes controlados.
Para estudiar este aspecto, un grupo de investigadores realizaron un metaanálisis con los resultados de los estudios publicados que comparaban una intervención de automonitorización con la no utilización en diabéticos que no utilizan insulina. La variable de interés fue la hemoglobina glucosilada (HbA1c), si bien se midieron también la presión arterial y el colesterol.
Se identificaron 6 estudios que agrupaban en total a 2.552 pacientes, y que evaluaban resultados en diferentes momentos (3, 6 y 12 meses). Estos se combinaron mediante un metaanálisis de efectos aleatorios, llevando a cabo subanálisis en función de la edad, el sexo, el uso previo de automonitorización, de la duración de la diabetes y de los niveles de HbA1c al inicio. En el caso de los estudios a 6 meses, el nivel medio de la HbA1c se redujo en el 0,25% en los pacientes que llevaban a cabo el autocontrol comparados con los que no lo realizaban. En los estudios a 3 y 12 meses, los resultados mostraron igualmente una reducción estadísticamente significativa (0,18% y 0,23%, respectivamente). Sin embargo, cuando se analizaron los resultados en función de diversas covariables, como la edad, el sexo, la glucemia inicial o la duración de la enfermedad, no se apreciaron diferencias sustanciales. Únicamente en el subgrupo de edad de 45 a 75 años hubo una ligera mejoría.
Un aspecto que debe tenerse en cuenta es que la automonitorización no es solo una simple herramienta diagnóstica, sino un componente más de una intervención compleja cuyo objetivo es la mejora del control glucémico y la calidad de vida del paciente. La medición de la glucemia en pacientes diabéticos tipo 2 controlados y no tratados con insulina no se recomienda en diversas guías, al no haber mostrado beneficios clínicos. Probablemente, otras causas, como una mayor concienciación acerca de la patología, tengan una mayor repercusión clínica al establecer un estilo de vida adecuado con la situación patológica. Un mayor control analítico en toda la población diabética no se traduce necesariamente en una diferencia en el efecto clínico, aunque sí lo haga en el valor de la HbA1c. La educación del paciente para que se responsabilice de su propio cuidado presenta una mayor trascendencia. La farmacia tiene entonces un gran papel en el manejo de los diabéticos.
Elección del método de cribado del cáncer de cuello uterino
De Kok I, Van Rosmalen J, Dillner J, Arbyn M, Sasieni P, Iftner T, et al. Primary screening for human papillomavirus compared with cytology screening for cervical cancer in European settings: cost effectiveness analysis based on a Dutch microsimulation model. BMJ. 2012; 344: e670.
En comparación con el cribado mediante citología, el cribado del virus del papiloma humano (VPH) resulta más interesante en la mayoría de los casos potencialmente posibles para la detección del cáncer de cuello uterino. La citología parece ser de elección exclusivamente en escenarios en que hay una gran prevalencia del VPH en combinación con un elevado coste del test del virus o si el coste de la citología es muy reducido. Por ello, en muchos países europeos debería considerarse el cambio de cribado mediante citología a cribado mediante test del virus.
El cribado del cáncer de cuello uterino mediante citología ha reducido notablemente su incidencia en países en los que el cribado está bien organizado. En el momento actual, sin embargo, se plantea si la detección del VPH podría ser una alternativa válida. Por una parte, la citología presenta una reproducibilidad limitada; por otra, los test del VPH tienen mayor sensibilidad, pero menor especificidad. Además, los estudios realizados con cribado por test o por combinación de ambas técnicas han mostrado un mayor valor pronóstico negativo en el siguiente cribado en mujeres que no tienen neoplasia cervical de alto grado.Por todo ello, se ha sugerido que los intervalos del cribado podrían ser más amplios, por ejemplo a los 6 años, en mujeres que han tenido un resultado previo negativo del test. Así, un menor número de cribados podría compensar la menor especificidad observada, pues se observa una cantidad creciente de falsos positivos con cada prueba realizada.
A la vista de todos estos datos, un grupo de investigadores compararon los resultados obtenidos entre el cribado mediante test de detección del papilomavirus y el efectuado mediante citología, en muy variados escenarios posibles, con el fin de estimar qué técnica podría ser la más adecuada en cada uno de ellos. Para ello, plantearon un modelo de microsimulación de diversas combinaciones de las técnicas. Los resultados mostraron que el cribado mediante detección del virus era más adecuado que la citología en casi todos los escenarios analizados. Únicamente en aquel en que la prevalencia del virus era bastante alta, la citología fue de elección en algún caso, en función del coste de la prueba. Por ello, para realizar el cambio de la citología a la detección del virus, dicha forma de cribado precisa una organización bien estructurada, de manera que se permita obtener un coste más reducido, lo que puede lograrse concentrando muchos test en laboratorios grandes para conseguir una economía de escala, de modo que el coste unitario sea bajo.