Como farmacéuticos nos tiene que dar penilla que se nos escapara la EMA. Supongo que muchos, al menos los que tengan la carrera casi a punto, tenían (teníamos) el currículo preparado para enviarlo a la Agencia Europea del Medicamento, Torre Agbar, Avinguda Diagonal 211, 08018 de Barcelona. Normal. Era una buena oportunidad, eso es innegable, aunque, claro, tampoco se crean que iban a hacernos hueco a todos. Solo entrarían los más preparados en las lides europeas, así que es por eso por lo que no estamos tristes.
Si les soy sincero, que suelo serlo, mi segunda favorita era Milán, por una cuestión casi sentimental, y también tenía el CV escrito en italiano en un sobre destino a la torre Pirelli, pero la suerte no quiso que la capital lombarda se quedara con la agencia (abro un paréntesis para mostrar mi perplejidad porque el destino de la EMA se decida, en última instancia, por sorteo). Sale de Londres por el Brexit y será Amsterdam la que acoja la agencia, así que si les interesan el registro, el control, la inspección, los medicamentos falsificados o hasta los veterinarios, que hay de todo, pueden indagar qué perfiles profesionales buscan. Yo les aconsejo que empecemos por engordar nuestro currículo con factores europeístas, como el Erasmus o los idiomas; sin eso están muertos.
De la EMA se ha hablado mucho estos días; seguramente hasta más de lo que se habla en los grados de Farmacia actualmente, donde las administraciones sanitarias se dejan un poco de lado. Cuando yo estudiaba, de la agencia, de las agencias, y de los procedimientos de autorización de medicamentos, se hablaba sucintamente en Legislación Farmacéutica. Con conocer que algunos medicamentos tenían que seguir un proceso europeo para estar en el mercado y otros no, bastaba. De la AEMPS se hablaba un poco más; sobre todo de sus funciones, que son muchas. Entre las dos agencias dudo que se invirtieran más de dos clases. En la Complutense, en mi plan de estudios, se daba en quinto (con mucha lógica), aunque después se mezcló con Historia y se ha quedado en primero (cuatro años después, cuando acaben la carrera, las leyes ya no serán ni las mismas; un sinsentido). En otras universidades la legislación se ha mantenido en los últimos cursos; en el CEU de Madrid sigue en el último y en la Universidad de Barcelona, por ejemplo, en el segundo cuatrimestre del tercero.
Les decía que se había hablado mucho de la EMA, tanto que hasta las casas de apuestas permitieron meter dinero y apostar por quién se la quedaría (no soy muy de jugar, pero sospecho que te dejan apostar por todo lo que les suponga un mínimo beneficio). Barcelona llegó al día de marras séptimo. Su victoria se pagaba a 16 euros por euro. La capital catalana fue quinta en la primera votación detrás de Milán (se pagaba 1 a 2,5), Amsterdam (1 a 6), Copenhague (1 a 12) y Bratislava (la favorita, 1,75 euros por euro apostado), y se quedó fuera de la carrera. Como ya hemos comentado, la suerte acabó llevando la EMA a Amsterdam (los más pérfidos creen que el Norte no olvida, pero eso se lo dejo a los amantes de la teoría de la conspiración). La lógica dice que hoy visitemos la capital neerlandesa, pero resulta que ya hemos ido, como pasa con el resto de grandes candidatas, es decir, con las que estaban arriba en las casas de apuestas. Así que vamos a aprovechar las apuestas, las agencias europeas y los aniversarios, para elegir el nuevo destino del diario que estamos construyendo entre ustedes y yo.
Helsinki
La capital finlandesa también quería la EMA, aunque no superó el primer corte, como nuestra Barcelona, pero lo hizo con menos votos. Helsinki tenía dos puntos muy en su contra: por un lado, solo el 30% de los trabajadores actuales de la EMA garantizaron su continuidad si la agencia se trasladaba allí. La EMA no puede permitirse más que un tipo de transición, es decir, que un día saldrán de Londres trabajando y al día siguiente lo seguirán haciendo en Amsterdam. Si solo llegan tres de cada diez currantes, poca continuidad es esa. El otro punto contra la capital finlandesa era que ya tenía una agencia europea, la de productos químicos (luego vamos a eso, que también les puede interesar) y el objetivo, sobre el papel, es repartirlas por toda la Unión (esta era una de las bazas que jugó Bratislava; el Este reclama su papel en esta Europa). Los finlandeses, sin embargo, consideraban que juntar ambas agencias mejoraba la competitividad reguladora de la Unión, y apostaron por las sinergias que se iban a crear por tener las dos sedes juntas, algo que se ve no compartieron los votantes.
Finlandia celebra en este 2017 sus cien años como Nación independiente; lo hace el 6 de diciembre, cuando dejó de formar parte del Imperio ruso. Hace poco acudí a una charla sobre innovación educativa, en la que la embajadora de Finlandia en España, Tiina Jortikka-Laitinen, explicaba que la Educación en su país era una prioridad de Estado, independientemente de quien ostente el Gobierno. Según Jortikka-Laitinen, esto explica que la Educación de su país haya alcanzado la fama en todo el mundo y relacionaba esta excelencia con el clima. En Finlandia hace tanto frío, hay tan poca materia prima, que hay que aprovechar a la gente. Así que Helsinki, como capital del modelo educativo más famoso del planeta tierra, siempre será un buen destino para irse de Erasmus. Tres de nuestras facultades, las tres de las que hablé antes, Complutense, Barcelona y San Pablo CEU, tienen convenio con la universidad de Helsinki. El centro tiene más de 32.000 estudiantes divididos en 11 facultades, una de ellas, la nuestra, la de Farmacia. Los acuerdos firmados son para hacer estancias científica, ya que hay pocas asignaturas que se impartan en inglés, que es lo que sí se habla en el laboratorio (en los de Helsinki y en los de medio mundo; y en la EMA, por cierto). Entiendo que pocos de ustedes sabrán finlandés, pero no sufran por ello, porque con inglés se puede hacer de todo en medio del frío. La de Helsinki es la mejor universidad del país, la mejor colocada en las clasificaciones internacionales, pero hay otras que aportan estudiantes a la causa, aunque no de Farmacia. Llegar desde Madrid o Barcelona, las ciudades con convenio, es fácil. Ahora mismo, de Barcelona es más barato, unos cien euros menos, pero desde los dos aeropuertos hay vuelos directos.
El precio de la vida es elevado. Este es un punto contra Helsinki, pero lo es de muchos destinos del norte. Eso sí, como buen país nórdico y civilizado, hay descuentos para estudiantes de lo más variados: en el transporte, en las instalaciones deportivas, en centros culturales y hasta en las discotecas. Para empezar a ahorrar, vamos a los pisos. Lo más recomendado es buscarlos (y encontrarlos) a través de la Fundación HOAS (sí, de una fundación). Hay habitaciones, residencias y hasta casas de familias que acogen estudiantes (entiendo que esta opción solo es para algunos). Como me contaron una vez, hasta la peor residencia finlandesa es buena (es como la pizza) y en la mayor parte de los casos tendrán habitación individual. El precio difícilmente bajará de 300 euros por una habitación compartida y no será menor de 600 en el caso de un estudio. Salir a comer o a cenar tampoco es barato, pero sí lo son los comedores universitarios, que ofrecen menús del día por menos de tres euros.
Empezábamos Helsinki hablando de la Agencia europea de los productos químicos (ECHA). Además de la EMA, los interesados en trabajar en las instituciones europeas que se dedican a algo relacionado con nuestra carrera tienen un hueco. Mientras la EMA regula la comercialización de medicamentos, la ECHA estudia los productos químicos y biocidas que se venden en la Unión. Los que eligieran la carrera por su amor a la Química, del tipo que sea, o que hayan ido cogiéndole gustillo durante la carrera, pueden estudiar qué opciones profesionales les ofrece.
Perdimos la agencia, sí. No vendrá a Barcelona, con todo lo que eso significa, pero a los Erasmus, a los que viajamos por Europa para estudiar y aprender, siempre nos quedará la EMA o la ECHA, las pongan donde las pongan.