La gripe y el resfriado son patologías agudas de origen vírico y, en condiciones normales, autolimitadas en el tiempo, generalmente a una semana. Ambas tienen en común una sintomatología similar, una alta incidencia y un abordaje terapéutico sintomático.
A pesar de ser procesos infecciosos de carácter estacional y cuya incidencia varía considerablemente de unas temporadas a otras, se han convertido en un problema de salud pública de primera magnitud, especialmente debido al aumento de la mortalidad asociada a ellos, así como a los costes directos e indirectos que generan en el sistema sanitario, pues son las causas más frecuentes de absentismo laboral y escolar.
Gripe y resfriado, y en general las infecciones respiratorias agudas, son dos de las consultas más frecuentes en la farmacia comunitaria, por lo que la actuación del farmacéutico será fundamental para su adecuada resolución. Dicha actuación irá encaminada a aliviar la sintomatología y mejorar la calidad de vida, además de proporcionar consejo farmacéutico relativo principalmente a la prevención del contagio.
El resfriado común, o catarro, es una infección vírica de las vías respiratorias altas que normalmente cursa sin fiebre o con fiebre baja y se manifiesta con inflamación de las vías respiratorias superiores (nariz, garganta, tráquea, laringe, senos nasales y oído), caracterizada por tos, aumento de la secreción de moco y obstrucción nasal, que suelen ir acompañados de inapetencia y sensación de malestar general.
Un elevado porcentaje de los resfriados están causados por rinovirus y coronavirus. Se caracterizan por molestias nasales como estornudos, congestión nasal, rinorrea acuosa y picor de garganta. Al evolucionar la sintomatología, las secreciones nasales adquieren consistencia espesa, incluso purulenta, y aumenta la producción de tos.
La gripe está causada por el virus influenza, un ARN virus de la familia Orthomyxoviridae. Es un cuadro de aparición brusca con fiebre (entre 38 y 40 ºC), de unos 3 a 7 días de duración, acompañado de cefalea, tos generalmente seca, falta de apetito, dolor al deglutir, dolor muscular y articular y malestar general.
Epidemiología
Las vías de transmisión de los virus catarrales son la aérea, a través de gotas en aerosol cargadas de virus (procedentes de secreción nasal, bronquial o saliva), las «gotas de Flügge», y los «corpúsculos de Wells», minúsculas gotitas que son emitidas con la tos, los estornudos o simplemente al hablar y la autoinoculación nasal o conjuntival.
Son factores predisponentes, que facilitan la proliferación y diseminación de los virus responsables, las bajas temperaturas del invierno que provocan una ralentización del sistema inmunitario humano, una reducción de la movilidad de los cilios de la nariz y una disminución del calibre de los vasos sanguíneos que irrigan la mucosa nasal.
Por lo general son los niños los que introducen los virus en el hogar, y el índice de afectación secundaria depende de la edad del individuo y su estado inmunitario. Dicha propagación suele ocurrir en forma de epidemia y ocurre a dos niveles: el primero en el entorno familiar, y el segundo en lugares cerrados e instituciones semicerradas.
Entre las posibles complicaciones de las patologías respiratorias de este grupo destaca la neumonía, producida por infecciones secundarias pulmonares (más frecuente en ancianos, pacientes con cardiopatías previas, enfermedades pulmonares crónicas o inmunodeprimidos) y la bronquitis.
El impacto social de los procesos catarrales es de gran magnitud y convierte a estas patologías en un auténtico problema de salud pública. En España, se infectan de gripe cada año entre 3 y 3,5 millones de individuos, lo cual significa unas 7.800-8.000 personas por cada 100.000 habitantes.
Con el fin de mejorar el estado de los pacientes y aliviar los síntomas asociados a estas enfermedades respiratorias, en el caso de que no se presenten complicaciones asociadas, la terapéutica actual dispone de un amplio arsenal.
El papel del farmacéutico comunitario consiste inicialmente en evaluar la banalidad o no del proceso catarral, analizando los síntomas que el paciente presenta y sus características, que pueden aconsejar su derivación al médico. En caso de no existir motivos de derivación, se deben indicar las medidas terapéuticas, farmacológicas y no farmacológicas más adecuadas para aliviar los síntomas, teniendo en cuenta que existen determinados pacientes en situaciones especiales para los cuales el tratamiento farmacológico puede estar desaconsejado o su utilización debe realizarse con precauciones específicas.
Al margen del empleo de los diversos fármacos para conseguir la reducción de los síntomas asociados a gripe y resfriado, existen una serie de medidas de carácter general que son aconsejables en los pacientes afectados. Se trata de medidas higiénico-preventivas que no sólo contribuyen a aliviar las molestias, sino que permiten disminuir la transmisión de los virus entre personas y el autocontagio.
Inmunomoduladores y otros
Además de las medidas preventivas citadas en el recuadro adjunto, que podemos considerar clásicas o tradicionales, surgen nuevos conceptos que abren posibilidades, carentes todavía de una evidencia contrastada. A ciertas sustancias presentes en la naturaleza (en vegetales u hongos) se les atribuyen propiedades modificadoras de la respuesta biológica, potenciadoras y estimulantes del sistema inmunitario que podrían ser útiles en el tratamiento y prevención de ciertas enfermedades como las que estamos analizando.
En el caso de los hongos, sus propiedades parecen estar relacionadas con el contenido en germanio, que se relaciona con la actividad del interferón en el organismo, sustancia que éste genera como elemento fundamental del sistema inmunitario (Calonge, 2011). Entre estos hongos con propiedades inmunomoduladoras se encuentran ascomicetos y basidiomicetos: Ganoderma lucidum, Lentinula edodes, Cordiceps sinensis, Inonotus obliquus, Tramentes versicolor, Hericium erinaceum, Tremella mesenterica, Tremella fuciformis. Estudios en animales y en humanos parecen avalar el uso de estos hongos como refuerzo en el estrés oxidativo derivado del sobreesfuerzo deportivo; disminuyen la fatiga, aumentan la resistencia al daño muscular e incrementan las defensas del organismo.
Un reciente ensayo clínico mostró que suplementos alimenticios de salvado de arroz fermentado con Lentinula edodes lograban un incremento significativo de la produción de interferón gamma, pero no aumentaba la efectividad de las células natural killer (NK). Por otro lado, en estudios sobre algunas especies como Ganoderma lucidum (reishi) o Lentinula edodes (maitake), se demuestra que el sistema inmunológico de un organismo sano no es afectado por los metabolitos de estos hongos. Solamente actúan cuando las defensas están bajas, por ello se consideran más reguladores que potenciadores del sistema inmune.
Entre las especies vegetales cuya utilidad en la prevención y tratamiento de las infecciones respiratorias se ha estudiado en los últimos años tenemos: Panax ginseng, Echinacea spp., Rhodiola rosea, Schisandra chinensis y Pelargonium sidoides.
La raíz y el rizoma de equinácea contienen polisacáridos, compuestos poliacetilénicos y fenólicos de actividad inmunoestimulante. Se trata de un mecanismo no específico: se ha observado in vitro que estimula la producción de citocinas y tiene capacidad de activar los fagocitos, incrementando la fagocitosis y la actividad de las células efectoras. También origina a partir de macrófagos y linfocitos la producción de un factor de necrosis tumoral e interferones de actividad antitumoral y antiviral. Se utiliza en la profilaxis de infecciones de vías respiratorias superiores y como coadyuvante en tratamientos quimioterápicos.
Parece existir evidencia, aunque limitada, de la eficacia de Pelargonium sidoides ante infecciones víricas de las vías respiratorias y sus complicaciones: rinosinusitis, faringitis, bronquitis, etc., debido a las propiedades antivirales, antibacterianas y mucolítico/expectorantes del extracto etanólico de su raíz. El mecanismo parece relacionarse con una modulación de la respuesta inmune no específica del huésped por estimulación en la liberación del factor de necrosis tumoral (TNF-α), interferón β (INF β) e interleucinas, y un incremento de la actividad de las células NK.
Iota-carragenina es un polímero de galactosa sulfato obtenido de algas de la familia Rhodophyceae que, administrada por vía nasal, forma una película protectora e hidratante sobre la mucosa. Esta barrera física interfiere en la adhesión de los virus del resfriado en las células de la mucosa nasal, disminuyendo su carga viral en más de un 90%. Ensayos clínicos recientes muestran que este mecanismo de acción puede ser de utilidad en la prevención de la infección viral y en el alivio de los síntomas de gripe y resfriado.
La medida preventiva más importante es la vacunación antigripal, aunque sólo es efectiva contra el virus influenza y no frente a los virus causantes del resfriado, ya que el amplio número de especies víricas implicadas impide en este caso confeccionar una vacuna eficaz.
Cada año la Agencia Española del Medicamentos y Productos Sanitarios recoge las normas a seguir con respecto al cambio de cepas en las vacunas de la gripe para la campaña anual, siguiendo la última recomendación de la Organización Mundial de la Salud para la situación europea del año correspondiente. No se podrá dispensar vacunas antigripales con distinta composición de la indicada para cada campaña según el RD 726/1982, de 17 de marzo (BOE de 17 abril de 1982). Para la campaña 2016-2017 la composición corresponde a las cepas de gripe que se supone afectarán a la población española en esta temporada: A/California/7/2009 (H1N1) pdm09, A/Hong Kong/4801/2014 (H3N2) y B/Brisbane/60/2008.
La vacunación es gratuita en los centros de salud dentro del periodo de campaña de cada año. Se puede adquirir en las farmacias con receta médica. Deben vacunarse los mayores de 65 años, las personas con alto riesgo de sufrir complicaciones en caso de padecer la gripe y las personas en contacto con estos grupos de alto riesgo, ya que pueden transmitírsela: enfermedad crónica cardiovascular o pulmonar, diabéticos, enfermedad renal o hepática crónica, inmunodeprimidos, embarazadas, trabajadores de centros sanitarios o geriátricos, policías, bomberos, protección civil, etc. Una vez administrada la vacuna, la protección eficaz comienza después de 7 o 10 días y dura hasta 6 meses, lo que hace necesario repetir anualmente la vacunación.
El farmacéutico comunitario, además de vacunarse, por pertenecer a un grupo de riesgo, al tratarse de un profesional sanitario en contacto con pacientes de riesgo a los que puede transmitirla, debe participar en campañas de difusión y promoción de la vacunación antigripal entre los usuarios de su farmacia.
Lamentablemente en España la cobertura vacunal es reducida, se encuentra en torno al 50%. Un porcentaje insuficiente, ya que la Organización Mundial de la Salud recomienda que al menos el 75% de los incluidos en grupos de riesgo se vacunen frente a la cepa del virus de cada año. Sociedades científicas y algunos colegios de farmacéuticos han ofrecido a las autoridades sanitarias competentes la colaboración en las campañas anuales mediante la administración de las vacunas por los farmacéuticos comunitarios en las farmacias españolas, como se hace con notable éxito en otros países, pero no se obtuvo una respuesta favorable.
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