Sea cuales fueran sus motivos, nuestra historia continúa con Sir Thomas Lauder Brunton, farmacólogo escoces, famoso por sus trabajos con los digitálicos y por el uso del compuesto, descubierto por Balard en 1844, para tratar la angina de pecho. Este compuesto era el nitrilo de amilo y su forma de dosificación era inhalada, ejerciendo sus efectos a los 30-60 segundos. El uso de este fármaco donador de óxido nítrico (NO) se extendió rápidamente por su excelente eficacia para tratar los ataques de angina de pecho.
Pero no todo fue tan bonito, ya que otro nombre que a todo el mundo le sonará siguió trabajando en paralelo con la nitroglicerina, no para un uso médico sino para minería. Este hombre era Alfred Nobel. Por aquella época estaba muy de moda el uso de la nitroglicerina, y su extrema inestabilidad causo más de una desgracia; de hecho, este fue el caso de Nobel, que perdió a su hermano y una de sus fábricas quedó reducida a escombros. Nobel decidió «domesticar» la nitroglicerina y en 1867, al añadirla a una base porosa llamada tierra de diatomeas inventó la dinamita, que le reportó su inmensa fortuna y la multitud de detractores por haber fabricado tan «maléfico» invento. Pero la historia no acaba aquí, pues en sus fábricas un médico que trabajaba con los obreros descubrió que había un menor índice de trabajadores con hipertensión que en el resto de la población. Sí, y era debido a que inhalaban NO desprendido de la dinamita.
Ya llegando al último tramo del s. XIX, encontramos a William Murrel, que en 1879 postuló que la acción del nitrilo de amilo y la nitroglicerina eran la misma; y además que esta última era más fácil de dosificar y el efecto más duradero, indicando que era más efectiva y segura para aliviar los ataques de angina de pecho y la profilaxis en el ejercicio, indicación que hoy en día sigue vigente.
En 1896 muere Alfred Nobel de un ataque cardiaco. Como curiosidad supuestamente rechazó que su médico le tratara con nitroglicerina, pues ésta no le traía muy buen recuerdo. Pero lo importante fue su testamento, en el que legó toda su fortuna a un fondo encargado de premiar a los mejores investigadores en los campos de la medicina, la física, la química, la literatura y la paz. Para algún despistado, acababa de crear los famosos premios Nobel, y su función fue clara:, limpiar su nombre por haber inventado la dinamita, que tantas muertes ha causado a lo largo de su historia. ¿Creéis que lo logró?
Como culminación al trabajo de estos «Indiana Jones», más de 150 años después, y ya con protagonistas actuales y científicos que no pueden toser sin apuntarlo, tenemos que en 1998 el premio Nobel de medicina y fisiología se concedió a los científicos norteamericanos Robert Furchgott, Louis J. Ignarro y Ferid Murad por el descubrimiento del mecanismo de acción del óxido nítrico. La polémica siempre seguirá a los nitrovasodilatadores, pues en las reglas sólo se puede galardonar a 3 personas en el mismo campo. En este caso fue excluido el hondureño Salvador Moncada, que investigó sobre la síntesis desde el endotelio gracias a la arginina y la enzima óxido nítrico sintasa. Cabe mencionar que Robert Furchgott declaró: «Siento que el comité del Premio Nobel pudo haber hecho una excepción este año y escogido a un cuarto ganador, Salvador Moncada, para compartir este premio»,. El propio Salvador Moncada también se preguntó qué hubiese pasado si hubiese nacido en otro país.
Una vez descubierto este mecanismo de acción, se pudo tratar una «dolencia» como la impotencia sexual masculina con el tan famoso sildenafilo o Viagra, que supuestamente y según mis dudosas fuentes viene del sánscrito vyāghra, traducido como tigre. Pero no era la primera vez que un compuesto de este grupo era usado con fines sexuales, ya que en 1970 se empezó a utilizar el nitrilo de amilo –popularmente llamado Popper– en discotecas de «ambiente» por su propiedades «vasodilatadoras».
En conclusión, desde abrir un hueco en la tierra, pasando por salvar vidas o no, hasta mejorar las relaciones de pareja, el óxido nítrico es una molécula con mucha implicación y, como toda gran historia, no exenta de polémica. Habrá que estar atentos a lo próximo que nos deparará.
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