Cristina González Campins1, Míriam Martínez Márquez2, Nadia San Onofre Bernat3, Judith Abizanda García4, Laura Ferrer Soler5, Anna Bach-Faig6
1Periodista. Máster oficial en Nutrición y Salud. Universitat Oberta de Catalunya (UOC). 2Farmacéutica comunitaria. Máster oficial en Nutrición y Salud. Universitat Oberta de Catalunya (UOC). 3Dietista-Nutricionista. Máster internacional en salud pública, promoción de la salud y desarrollo social. Colaboradora honorífica en la Universidad de Alicante. 4Farmacéutica. Máster oficial en Nutrición y Salud. Universitat Oberta de Catalunya (UOC). 5Doctora en Biología. Máster en Nutrición y Salud. Universitat Oberta de Catalunya (UOC). 6Farmacéutica. Máster y Doctorado en Nutrición y Salud Pública. Vocal de Alimentación y Nutrición del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Barcelona (COFB). Profesora de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC)
Los cambios en la alimentación infantil en los últimos años sitúan a la dieta no solamente como vía de desarrollo, sino también como factor preventivo en la salud adulta. Algunas de las principales novedades son los recursos para mantener la lactancia materna, los programas para optimizar la nutrición de los 1.000 primeros días de vida, los cambios en los calendarios de introducción de alimentos, los nuevos conceptos como la sostenibilidad y la convivialidad, o las dietas especiales como el vegetarianismo.
La farmacia comunitaria es la vía de consulta sobre salud más cercana para la población. Este hecho ofrece la posibilidad a la red española de farmacias comunitarias de convertirse en aulas sanitarias de gran accesibilidad en temas de alimentación infantil.
La nutrición durante los 1.000 primeros días de vida
Optimizar la nutrición durante los 1.000 primeros días de vida es una estrategia clave para el desarrollo del organismo, capaz de intervenir en una programación metabólica temprana que perdure en el tiempo.
En los últimos años ha crecido el interés científico por la microbiota intestinal, entre otras causas por su vinculación con las funciones fisiológicas, metabólicas e inmunológicas. Una correcta modulación de esta microbiota se asocia a un riesgo menor de desarrollar determinadas enfermedades, como alergias, obesidad y otros trastornos neurológicos y cognitivos. Esta modulación está estrechamente influenciada por factores externos, como la dieta de los primeros 1.000 días de vida1.
Aunque una dieta saludable y variada puede favorecer un buen estado nutricional, diversos estudios indican que durante la primera infancia hay deficiencias en micronutrientes, como hierro o vitamina D. Por ello, existe un consenso sanitario en suplementar con vitamina D a todos los lactantes durante el primer año de vida (400 UI/día). Respecto al hierro, el consumo de productos infantiles fortificados puede ser una buena alternativa1,2.
La nutrición durante estos primeros 1.000 días de vida y la alimentación en las etapas preescolar y escolar permitirán programar el estado de salud futuro.
La lactancia materna presenta muchos beneficios nutricionales, inmunológicos y psicológicos en la salud maternoinfantil. Según la Organización Mundial de la Salud, se trata de la intervención preventiva con mayor impacto sobre la mortalidad2.
Fomentar la lactancia materna debe ser una prioridad de salud pública e implicar a todos los profesionales sanitarios. Según la Dra. Pallás Alonso, responsable del Servicio de Neonatología del Hospital 12 de Octubre de Madrid, «toda lactancia que se pierde por la falta de formación de los profesionales es un fracaso del sistema sanitario»3. Entre estos profesionales de la salud se encuentran los farmacéuticos comunitarios. La lactancia puede constituir el inicio de un vínculo entre la madre y estos profesionales. Generar confianza y ofrecer un consejo de calidad permitirán fortalecer este vínculo.
Hay estrategias para promover y apoyar la lactancia materna desde la farmacia comunitaria y acreditarlas como farmacias amigas de la lactancia materna:
- El Colegio Oficial de Farmacéuticos de Tarragona constituyó Alletafarma, un grupo de trabajo con la finalidad de formar en lactancia materna.
- En relación con la donación de leche humana para alimentar a lactantes prematuros, varios colegios de farmacéuticos, como los de Aragón o Barcelona, han firmado acuerdos con los bancos de sangre y tejidos para implicar al farmacéutico en la donación de leche humana.
Es importante responder a las inquietudes de las familias sobre lactancia, ofreciendo productos que se adapten a sus necesidades y transmitiendo la idea de que la lactancia materna no siempre debe ser exclusiva, sino que en ocasiones puede ser mixta. Existen actualmente multitud de sistemas para superar las dificultades que a veces presenta la lactancia materna y fomentar su mantenimiento; algunos de los más novedosos son los extractores de leche, así como los relactadores, que permiten ofrecer alimentación suplementaria mientras el bebé se alimenta al pecho.
La formulación de las leches infantiles está en constante progreso. Su composición va mucho más allá de los requerimientos de macronutrientes, vitaminas y minerales en el lactante4. Los últimos avances consisten en la adición de ingredientes funcionales que acercan cada vez más su composición a la de la leche humana5,6 (tabla 1).
Las leches infantiles formuladas con probióticos requieren una preparación especial a causa de la sensibilidad de estos microorganismos a altas temperaturas. La recomendación de la Agencia Catalana de Seguridad Alimentaria es no reconstituir la preparación en polvo con agua caliente, prepararla en frío (20 ºC) y administrarla de inmediato para evitar su destrucción7.
Alimentación complementaria
La ausencia de resultados concluyentes sobre la asociación entre el riesgo de alergia alimentaria y el retraso de introducción de alimentos antigénicos, como el gluten8,9, ha propiciado el inicio de la alimentación complementaria a partir de los 6 meses de edad y combinarla con la lactancia materna siempre que sea posible10.
La alimentación complementaria se orienta cada vez más hacia calendarios de introducción de alimentos menos rígidos y que prestan mayor atención al desarrollo de la autonomía y la aceptación de distintos sabores, olores y texturas. Una recomendación actual es enfocar positivamente el inicio de la alimentación complementaria, no tener en cuenta los rechazos iniciales a ciertos alimentos, y seguir exponiendo al niño regularmente (hasta unas 10 veces) para favorecer su aceptación11.
En esta línea de actuación, el método «Baby Led Weaning» (BLW) permite al bebé dirigir la transición hacia la diversificación alimentaria. La familia ofrece alimentos saludables y nutritivos, y es el bebé quien escoge entre la oferta y la cantidad. Según la Asociación Española de Pediatría, esta práctica presenta diversas ventajas, como fomentar hábitos saludables desde la primera infancia o favorecer la alimentación perceptiva y basada en las señales de hambre y saciedad12.
Alimentación en las etapas preescolar y escolar
Estas etapas se caracterizan por un importante desarrollo físico y madurativo. Por ello, es interesante, además de asegurar una ingesta adaptada a los requisitos nutricionales, fomentar hábitos saludables, respetuosos y sostenibles, que estarán presentes durante la adolescencia y la edad adulta.
Entre las principales recomendaciones de las guías actuales de alimentación destacan la necesidad de aumentar el consumo de hortalizas y frutas, legumbres, frutos secos y cereales integrales, así como el aceite de oliva virgen. La carne roja no debe sobrepasar las 2 raciones semanales y la procesada, como embutidos, salchichas, etc., solo de vez en cuando. La carne merece especial atención en estos grupos de edad, ya que en nuestro país las cantidades consumidas llegan a duplicar las recomendadas13. Los alimentos que deben reducirse son los ultraprocesados y la comida rápida. Asimismo, los productos deficitariamente nutricionales (p. ej., postres lácteos, bebidas azucaradas, zumos, aperitivos salados, chucherías, bollería, etc.) solo deben consumirse de manera muy ocasional.
La imagen del plato saludable puede ayudar a visualizar la estructura y la proporción de los diferentes grupos de alimentos en una comida principal (figura 1).
Otro aspecto novedoso es seguir patrones alimentarios de bajo impacto ambiental, que promuevan hábitos saludables, sostenibles y respetuosos con el medioambiente14. Un ejemplo de ello es la campaña «Más alimento, menos desperdicio» del Gobierno de España, dirigida, entre otros grupos, a centros educativos15.
Las principales organizaciones de salud y nutrición para la infancia16,17 recomiendan realizar, al menos, una comida al día en familia. Esta práctica fomenta la instauración de hábitos saludables y representa un factor preventivo frente a la obesidad y el sobrepeso, los trastornos de conducta alimentaria u otras enfermedades crónicas asociadas en niños y adolescentes18,19. La campaña «Àpats en família: molt més que alimentar-se» pone de manifiesto que tan importante es seguir una dieta sana y equilibrada en la infancia como que ésta sea compartida con todos los miembros de la familia20.
Vegetarianismo
La diversidad cultural, religiosa o de costumbres en los países desarrollados se refleja también en los tipos de dieta. Alguna de ellas, como la vegetariana, implica consideraciones nutricionales especiales. La Academia Americana de Nutrición, así como otras sociedades médicas y dietéticas, consideran que estas dietas, bien planeadas, son perfectamente adecuadas para los niños de todas las edades, aunque, mal planificadas, pueden, como cualquier otro tipo de alimentación desequilibrada, tener consecuencias negativas sobre la salud y el crecimiento de niños y adolescentes21,22.
La evolución en investigación científica ha favorecido la revisión de algunas recomendaciones que han permitido reforzar, actualizar o desacreditar cuestiones, como los lácteos desnatados frente a los enteros, las bebidas vegetales como sustituto de las leches, o bien los azúcares simples en los zumos de frutas.
Los lácteos contienen proteínas de alto valor biológico, además de vitaminas y minerales, y presentan la biodisponibilidad necesaria para cubrir los requerimientos nutricionales en la etapa infantil. El aporte de calcio y vitamina D es vital para alcanzar una masa ósea adecuada. Una reciente revisión sistemática sobre estudios disponibles respecto a la salud ósea durante la infancia apoya las recomendaciones de incluir los lácteos en la dieta infantil por su contribución al crecimiento lineal y la mineralización ósea23.
Algunos estudios científicos recientes ponen en duda las recomendaciones del consumo de lácteos parcialmente desnatados en niños mayores de 2 años con problemas de sobrepeso. No existen resultados concluyentes sobre que el consumo de lácteos enteros esté relacionado con el aumento de peso y la salud metabólica, y sí claras evidencias de que los lácteos enteros, sin azúcar añadido y fermentados (con su efecto probiótico), favorecen el estado de salud24,25.
La sustitución de los lácteos por bebidas vegetales (de soja, arroz, almendra...) y sus derivados es una práctica cada vez más extendida. Estos productos de origen vegetal presentan aspectos y usos muy similares a los lácteos, aunque existen diferencias nutricionales. Si se consumen por motivos de salud (p. ej., por una intolerancia a la lactosa) o motivos religiosos, es recomendable que sean libres de azúcar añadido y que estén enriquecidos con vitamina D y calcio. Concretamente, el consumo de bebidas de arroz comerciales está desaconsejado por la Sociedad Europea de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica en menores de 6 años por su contenido en arsénico26.
Actualmente se aprecia una mayor insistencia en la recomendación de evitar el consumo habitual de azúcar por su vinculación con la obesidad, la diabetes mellitus tipo 2 y las caries dentales. La recomendación de numerosas entidades es limitar el consumo de zumos de frutas, aunque sean 100% fruta, de forma parecida a los refrescos, pues no ofrecen ningún beneficio nutricional respecto a la fruta entera y sí desplazan el consumo de otros alimentos saludables27.
Conocer las últimas recomendaciones y hallazgos científicos sobre alimentación infantil permite a los farmacéuticos ofrecer un consejo alimentario bien formulado y actuar como promotores de salud pública, no solo a nivel individual sino también familiar y comunitario.
Bibliografía
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