La meningitis es unas de las enfermedades malditas porque puede llevar a los niños, en un corto espacio de tiempo, incluso en horas, de la salud a la enfermedad grave. Es, además, traicionera, porque los síntomas son tan rápidos que, en muchos casos, cuando consigue diagnosticarse, es demasiado tarde. También es maldita porque puede producir secuelas graves y permanentes que pueden limitar el futuro de la persona que la padece. Sin embargo, aunque la meningitis es una enfermedad grave, puede prevenirse y tratarse. Su tratamiento precoz evita o minimiza las secuelas. En este artículo aprenderás a reconocer los síntomas de la meningitis.
¿Qué es la meningitis?
Es la infección de las membranas que recubren el cerebro (llamadas membranas meníngeas), del líquido que baña el cerebro (conocido como líquido cefalorraquídeo) y del cerebro mismo. La infección puede producirse por diferentes microbios y depende de la edad, del mapa geográfico y de las vacunaciones que el niño haya recibido.
Aunque los microbios que producen meningitis pueden ser de varios tipos, los más frecuentes son bacterias y virus. En general, las bacterias producen meningitis grave y los virus meningitis no grave.
En España y en el resto de los países europeos, las meningitis graves están producidas por dos microbios: meningococos y neumococos. El primero es el más frecuente, el segundo el más grave.
La sepsis meningocócica es el envenenamiento de la sangre por parte de alguna de estas bacterias. Se trata de una enfermedad fulminante y en muchos casos letal, que puede cursar en menos de 24 horas y provocar el fallecimiento o graves secuelas como amputaciones, lesiones neurológicas o fallo de órganos vitales.
¿Cómo se produce la meningitis?
A través del contagio, mediante el contacto con un portador del microbio. El contagio se realiza a través de la tos, ya que el moco, la saliva y las secreciones de la garganta son expulsados con la tos en forma de partículas muy pequeñas, invisibles al ojo humano; partículas que están llenas de los microorganismos que viven en la garganta. Todas las personas tenemos microbios en la garganta, algunos durante meses o años, sin presentar fiebre, dolor de garganta ni molestia alguna. Estas personas se llaman portadores porque portan, sin saberlo, estos microorganismos, y por tanto los expulsan con la saliva o la tos. Los portadores son niños o adultos, indistintamente. Cuando un niño sano recibe del portador uno de estos microbios, por ejemplo meningococos o neumococos, su sistema inmunitario pone en marcha mecanismos de defensa para evitar que el microbio se multiplique y pase a la sangre.
Si su sistema inmunitario consigue aislar y controlar a estos gérmenes en la nariz y la faringe, el niño no padecerá meningitis, pero, o bien será un nuevo portador sin síntomas, o bien el microorganismo muere porque el niño desarrolla defensas, anticuerpos que erradican al germen invasor. Cuando éste no puede ser controlado, se multiplica, pasa a la sangre y se implanta en cualquier parte del organismo. Si afecta al cerebro, se multiplica y produce la enfermedad llamada meningitis.
¿A quién puede afectar?
A todo el mundo, pero sobre todo a los niños más pequeños. Aunque los adultos y niños mayores pueden tener meningitis, ésta es más frecuente en los niños menores de 5 años, especialmente en los menores de 2 años. La incidencia es similar en ambos sexos.
Las meningitis graves, las producidas por bacterias, son mucho más frecuentes en situaciones de hacinamiento, donde las posibilidades de contacto con un portador de microbios son mayores. En los niños pequeños el principal riesgo es la asistencia a la guardería, y en los niños mayores el colegio y la convivencia en internados. Otro factor de riesgo es no haber recibido todas las vacunas de prevención de enfermedades infecciosas, incluidas las vacunas contra la meningitis.
¿Cómo son los síntomas?
El reconocimiento precoz es fundamental para una curación total. Hay algunos síntomas iniciales, que aparecen cuando la enfermedad se está desarrollando, y otros síntomas tardíos, que aparecen cuando la infección está ya produciendo daño en el cerebro. Lo ideal sería detectar la meningitis en su primera fase de desarrollo, tras identificar los síntomas precoces, pero no suele ser así porque, desgraciadamente, estos síntomas son poco específicos de la enfermedad. Son similares a los que acompañan a otras enfermedades infecciosas del niño, y consisten en fiebre, irritabilidad (dolor de cabeza en los niños mayores), decaimiento, vómitos y rechazo de la alimentación. Todos estos síntomas acompañan también a las infecciones digestivas, urinarias y respiratorias.
Otros síntomas que pueden hacernos sospechar una meningitis son la fontanela hipertensa y la rigidez de nuca.
En los niños más pequeños, los menores de 10-18 meses, que todavía tienen la fontanela abierta, ésta puede estar abombada hacía arriba, como un huevo que sale de la fontanela, y además está más dura de lo normal, por eso se llama fontanela hipertensa. Algunos niños tienen rigidez de la nuca, esto es, imposibilidad o dificultad para flexionar el cuello. Sin embargo, la no existencia de rigidez de cuello o la inexistencia de fontanela abombada o hipertensa no excluye la sospecha de meningitis, ya que los menores de 2 años pueden no tener estos síntomas.
Otros síntomas son disminución del nivel de conciencia y convulsiones. Cuando el diagnóstico se hace precozmente, los síntomas son escasos.
¿Cuál es el tratamiento de la meningitis?
El tratamiento de la meningitis se basa en antibióticos en dosis elevadas administrados por vía intravenosa, por lo que el paciente debe ser hospitalizado. Además, algunos niños necesitan vigilancia especial y administración de suero intravenoso, oxígeno y otros fármacos. Una semana de tratamiento antibiótico es suficiente en la mayoría de los casos, excepto en los recién nacidos, que precisan 2-3 semanas.
¿Qué son las petequias?
Es uno de los síntomas más graves de la sepsis meningocócica. Son pequeñas manchas de color pardo o moradas, que normalmente aparecen primero en el torso y en poco tiempo se extienden por el resto del cuerpo. Están provocadas por la rotura de venas y capilares sanguíneos, y son un síntoma claro de que el afectado se encuentra en un estado muy grave y necesita ayuda médica urgente.
La Fundación Irene Megías contra la Meningitis llevó a cabo una campaña de concienciación sobre las petequias, gracias a un anuncio emitido en televisión que explicaba qué son y cómo detectarlas: con una sencilla prueba, la prueba del vaso, podemos saber si esas manchas son petequias u otro tipo de manchas de menor o ninguna gravedad (hematomas, pecas...). Si, al presionar con un vaso de cristal, las manchas no desaparecen o se hacen menos visibles, se trata de petequias y es imprescindible acudir inmediatamente al hospital.