Todos los años a estas alturas, cuando muchos de ustedes están haciendo las maletas, o deshaciéndolas ya, me viene a la cabeza cuando fui yo el que estaba en esa tesitura. La diferencia es que este año cumplo una cifra redonda, que tampoco viene al caso, pero que desde luego me trae buenos recuerdos de un año muy, muy feliz, que por suerte para los afortunados arranca justo ahora. No es momento pues de muchos consejos; basta con uno. Aprovéchenlo. Como si no hubiera mañana, como si no fuesen a tener otro igual, que sin duda, es lo más probable.
Dicho esto, esta sección está casi más pensada para los que todavía no han tenido esa suerte o bien no han solicitado nunca una beca Erasmus. Como desde aquí abogamos por que los farmacéuticos se muevan, como ha hecho el presidente Macron hace poco (dice el hombre que quiere refundar Europa y propone que al menos el 50% de los menores de 25 años disfruten de una beca de al menos seis meses), vamos a irnos de viaje. Por alguna razón que no alcanzo a entender se me ha ocurrido visitar un país que ha sufrido durante muchos años un conflicto territorial enorme, así que he elegido para la vuelta al curso irnos a Cork, en Irlanda.
No les quiero aburrir con las escisiones del IRA, pero creo que es importante que diferenciemos a las Irlandas. Hay dos, la del Norte, que pertenece al Reino Unido, pero no a Gran Bretaña, y la República de Irlanda, que está englobada en las islas británicas, pero no forma parte de ninguna de las anteriores. Por si tienen dudas les adjunto un croquis.Y no les quiero aburrir con el IRA, pero quiero que sepan que aunque se llamen igual no siempre se han llevado bien, porque una minoría de nuestra Irlanda quería que los de la otra Irlanda se unieran a su país o se independizaran del Reino Unido. Fueron 30 años de mucha violencia y que se acabaron antes de ayer. Ya que ha salido el nombre del Reino Unido un par de veces, hago un inciso aquí, porque Cork seguirá en el catálogo del Erasmus y será cada vez más cara (por eso del inglés nativo), pero es posible que alguna ciudad vecina se caiga. Eso si no logran ponerse de acuerdo para que el Erasmus se salve del Brexit, que es lo que le ha pedido la Eurocámara a Londres.
Volvamos a lo que iba. La ciudad de Cork está en la República de Irlanda y solo tienen opción de pedirla los estudiantes de Farmacia de Sevilla y Euskadi. Para volar directo hasta allí tiene que desplazarse bien a Málaga o a Barcelona (hay más sitios, pero todos más a desmano). Hay más opciones para ir directamente a Dublín y de allí un autobús hasta Cork, que cuesta alrededor de veinticinco euros.
Una vez allí es importante que entendamos una cosa. El acento. No todos los angloparlantes hablan igual y los irlandeses tiene su toque, vamos a llamarlo rudo. No es tan fino como el de Londres, eso es seguro. Según este presentador de Vaughan, que dice ser neoyorquino, los de la Gran Manzana les copiaron el acento, por eso de que hay muchos irlandeses, aunque hay cosas que no cruzaron el Atlántico y se quedaron bien arraigadas en la forma de hablar. En cualquier caso, abran los oídos, aunque eso es básicamente a lo que uno se va de Erasmus, así que seguro que lo hacen. Atentos pues a las R, que se pronuncian, a las T que según su ubicación suenan a SH y a las vocales suaves. Aún así no se asusten, porque, como muchos otros destinos a los que solemos viajar, aquí no solo hay miles de irlandeses y ustedes. Evidentemente no. Habrá miles de irlandeses, ustedes y miles de personajes venidos de todos lados del mundo. Así que tendrán que agudizar el oído al inglés local y al del otro lado del Mar de Irlanda.
La Universidad College Cork no es de esos mastodontes europeos que llevan funcionando desde que el mundo es mundo, no tiene la tradición de, que sé yo, Bolonia; se fundó solo a finales del siglo XIX. En ese campo está lejos del Trinity College (al que ya fuimos una vez) y que es bastante más grande. Eso sí, Cork le compite todos los años el premio a la universidad irlandesa del año, que este 2017 ha ido a parar al destino que nos ocupa y lo ha hecho por segunda vez consecutiva. Además de los 19.000 estudiantes de nuestra universidad, en Cork hay un instituto tecnológico, que también aporta a la causa estudiantil. La facultad de Farmacia es una de las cinco escuelas que forman parte del College de Medicina y Salud, que cuenta además con un departamento específico de Farmacología. En ambos hay cursos de grado y de postgrado, por si a alguno se le ocurre estirar el chicle.
El alojamiento es un clásico del Erasmus, es decir se plantea el típico debate de ir a jugártela, estar unos días en un hostal y que el azar te encuentre a tus compañeros de piso (siempre recomendable) o pillar directamente una residencia de las que ofrece la universidad (igualmente recomendable). La universidad tiene su propio servicio de ayuda a los estudiantes, consciente como es de que los casi 20.000 que allí estudian no son todos propietarios de casas. Aunque siempre hay otras formas de encontrar casa, claro (bastantes, de hecho). Los precios rondarán entre los 250 para los afortunados y casi los 400 para los finos. Depende del nivel del alojamiento y del grado de ocupación (a más gente, menos dinero).
Como ya hemos llegado, sin vuelos directos, y ya hemos elegido cuál va a ser nuestro hogar para los próximos meses, nos queda ya hacernos con la ciudad. Por encontrar el ambiente estudiantil no se preocupen; normalmente, y esto lo digo por mi experiencia cada día un pelín más lejana, les encontrará a ustedes. ¿Conocen la expresión «Dios los cría y ellos se juntan»? Pues está muy bien pensada para los estudiantes (Erasmus). Hablen con la gente y sigan a la multitud; en esa masa estarán sus amigos para toda la vida y su familia durante nueve o seis meses (mejor nueve, si se les plantea la tesitura). La marabunta irá con frecuencia al An Brog, que es un pub (huelga decir irlandés, porque allí todos lo son) que abre siete días a la semana y ha querido focalizar las fiestas Erasmus. En esa misma calle, Oliver Plunkett, hay más bares. Casi solo hay bares. Yo les he recomendado el de los Erasmus, pero dentro de un mismo Erasmus hay tantos Erasmus como estudiantes, así que si se hacen amigos locales, igual ellos les recomiendan otras cosas (seguro que con música en directo).
Volvamos al tiempo que ha pasado desde que me fui de Erasmus, porque conforme pasan los años uno empieza a valorar otras cosas. Y a mí me encantan los mercados. Sitio al que voy, sitio en el que busco un mercado, aunque mentiría si les digo que esto lo ha provocado el paso del tiempo. Así que aquí les recomiendo el Mercado Inglés, que está bastante cerca de la calle Oliver Plunkett. ¿Es muy turístico? Pues seguramente, pero no es menos cierto que si les visitan amigos o familiares tendrán que ir a un sitio en el que no solo sirvan pintas. A los visitantes no dejen de enseñarles el verde. Porque si algo tiene Irlanda, en general, y Cork en particular, son parajes verdes. Muy verdes. De un verde que igual en Euskadi hay, pero en Sevilla, menos. Cerca de Cork, entre el follaje hay muchos castillos. Muchas localidades que tienen un castillo, no es que sean los siete reinos, pero visítenlos.
Aunque les parezca mentira, a mi casi se me ha olvidado ser Erasmus. O se me ha olvidado la sensación de lo que es ser un estudiante Erasmus. Las sensaciones son difíciles de reproducir, pero sí que siento, ahora que muchos de ustedes están haciendo o deshaciendo maletas, envidia. Porque sé que van a estar bien. Mejor que en ningún otro lado y mejor que que yo diez años después de salir de casa.