Fuentes alimentarias e ingestas recomendadas de ácidos grasos omega-3
Los ácidos grasos esenciales no pueden ser sintetizados por el organismo, por lo que deben obtenerse con la dieta. Se trata de ácidos grasos poliinsaturados (AGPI) que han existido siempre, aunque ahora se les ha cambiado el nombre teniendo en cuenta la nomenclatura fisiológica creada por Ralph T. Holman, en la que la posición de los dobles enlaces se numera a partir del grupo metilo, y no del grupo carboxilo como en la nomenclatura tradicional.
Existen dos tipos de ácidos grasos esenciales: los correspondientes a los derivados de la serie omega-6, que se forma a partir del ácido linoleico (LA, C18:2), y los derivados de la serie omega-3, cuyo precursor es el ácido alfa-linolénico (ALA, C18:3). Gracias a las enzimas elongasas y desaturasas, el precursor omega-3 ALA se transforma en los ácidos eicosapentaenoico (EPA, C20:5) y docosahexaenoico (DHA, C22:6), que son ácidos grasos de mayor tamaño de cadena y con mayor grado de insaturación, que se identifican como AGPI de cadena larga. El ácido graso EPA es precursor de los eicosanoides de la serie 3, y el DHA desempeña un rol estructural en el cerebro y en la retina1. La bioconversión de ALA (un ácido graso omega-3 vegetal) a EPA es generalmente inferior al 10% en humanos, y la conversión de ALA a DHA es considerablemente menor. Por ello, ambos se consideran también «esenciales»2.
Las fuentes alimentarias de ALA son: vegetales de hojas verdes, nueces, semillas y aceite de lino, semillas de chía, soja y bebida de soja y colza. El EPA y el DHA se encuentran en el pescado y marisco de aguas frías, especialmente en el pescado azul (como sardina, atún, arenque, bonito, caballa...). El DHA también se encuentra en ciertas algas marinas. Curiosamente, el pescado no produce estos ácidos grasos esenciales, sino que los obtiene a partir de la ingesta de fitoplancton marino, que es la fuente natural de omega-31.
En relación con el consumo de pescado azul en poblaciones sensibles como los niños y las mujeres embarazadas y lactantes, en julio de 2014 la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés) publicó un informe3 en el que no desaconseja ningún pescado en particular por su contenido en mercurio. Su recomendación es consumir 1-2 raciones semanales de pescado o marisco y hasta 3-4 raciones por semana durante el embarazo. Estas cantidades se han asociado a mejores resultados funcionales del neurodesarrollo en los niños y a un menor riesgo de mortalidad por enfermedad cardiaca coronaria en adultos.
Estos productos, además, serán especialmente útiles cuando haya una patología que justifique dosis de omega-3 más altas y controladas que las que se encuentran en el pescado. En un próximo artículo trataremos el papel de los ácidos grasos omega-3 en el manejo de diferentes enfermedades crónicas.
Por otro lado, en personas vegetarianas que no consumen pescado las recomendaciones de ingesta de ALA podrían no ser óptimas y, por lo tanto, se necesitaría ALA adicional para su conversión a EPA y DHA13. Las tasas de conversión del ALA tienden a mejorar cuando los niveles dietéticos de omega-6 no son elevados o excesivos2. La ingesta de ácidos grasos esenciales omega-3 en vegetarianos se puede cubrir a través de los alimentos, o bien se puede recurrir a un suplemento de DHA apto para vegetarianos, en una dosis de 200-300 mg cada 2-3 días. En las dietas vegetarianas debe garantizarse un aporte suficiente de ALA de origen vegetal, y mantener un adecuado equilibrio entre ácidos grasos omega-6 y omega-3, teniendo en cuenta que los omega-6 compiten con el metabolismo de los omega-3. Para asegurar la ingesta de ALA de 1-1,5 g/día según las recomendaciones para la población europea de la Federación Española de Sociedades de Nutrición, Alimentación y Dietética (FESNAD), pueden tomarse diariamente 3-4 nueces, 1 cucharadita de aceite de lino en crudo o bien 1 cucharadita y media de semillas de lino molidas. En los veganos, la mejor fuente de omega-3 es el aceite de lino. Por otro lado, para mantener el equilibrio entre omega-6 y omega-3 convendría reducir el consumo de aceites ricos en omega-6: aceites de semillas (girasol), maíz o soja, margarinas y otras grasas industriales. Las personas con unos requerimientos superiores de ácidos grasos omega-3, como es el caso de las mujeres embarazadas y las que amamantan, también pueden utilizar los suplementos de microalgas ricas en DHA15.
Dosis, seguridad y tolerancia de los ácidos grasos omega-3
El panel de expertos en productos dietéticos, nutrición y alergias de la EFSA señala que, en los niveles de consumo derivados de la ingesta de alimentos, los ácidos grasos omega-3 EPA y DHA no se han asociado a la aparición de efectos adversos en la salud ni de adultos ni niños. Además, concluye que el consumo diario de suplementos (en dosis de hasta 5 g diarios de ácidos grasos omega-3 de cadena larga EPA y DHA) no supone un riesgo para la salud de los adultos. En la población europea, los niveles observados de ingesta de estos ácidos grasos procedentes tanto de alimentos como de complementos alimentarios son, por lo general, significativamente inferiores a 5 g por día. Por otro lado, de momento la EFSA considera que no se dispone de suficiente información para establecer los valores de ingesta máxima tolerable para los ácidos grasos omega-3 en ningún grupo de población.
Los ácidos grasos poliinsaturados omega-3 de cadena larga EPA y DHA desempeñan un papel importante en el crecimiento y el desarrollo del cerebro y en la regulación de la presión sanguínea, la función renal, la coagulación sanguínea y las reacciones inflamatoria e inmunitaria. También tienen un efecto positivo sobre la longevidad, debido a que son beneficiosos para la salud cardiovascular y ayudan a prevenir muertes prematuras por ictus o infartos.
La EFSA ha respaldado las alegaciones de propiedades saludables que pueden añadir los productos enriquecidos en EPA y DHA, todo ello de acuerdo con el Reglamento 1924/200616 y el Reglamento 432/201216 relativo a las declaraciones nutricionales y de propiedades saludables en los alimentos. Aun así, que una indicación no esté aprobada por la EFSA no significa que no disponga de evidencia científica, sino sólo que ésta no ha cumplido los requisitos o los trámites establecidos por esta institución. Las declaraciones aprobadas se basan en los siguientes términos:
• «El ácido docosahexaenoico (DHA) contribuye a mantener el funcionamiento normal del cerebro.» El efecto beneficioso se obtiene con una ingesta diaria de 250 mg de DHA.
• «El ácido docosahexaenoico (DHA) contribuye al mantenimiento de la visión en condiciones normales.» El efecto beneficioso se obtiene con una ingesta diaria de 250 mg de DHA.
• «Los ácidos eicosapentaenoico (EPA) y docosahexaenoico (DHA) contribuyen al funcionamiento normal del corazón.» Para que un producto pueda llevar esta declaración, se informará al consumidor de que el efecto beneficioso se obtiene con una ingesta diaria de 250 mg de EPA y DHA.
En conclusión, los ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga omega-3 son un componente de los patrones dietéticos asociados a una buena salud. Cuando se ingieren a partir del pescado azul en el contexto de una dieta equilibrada, los beneficios de su consumo superan a los riesgos de la ausencia de su consumo. La población en riesgo de ingesta baja de omega-3 (por ejemplo, niños que no comen pescado, personas alérgicas a este alimento, vegetarianos estrictos y mujeres embarazadas) puede recurrir a un alimento enriquecido con omega-3 o bien a un complemento alimenticio con omega-3, siempre bajo el consejo de un profesional sanitario y teniendo en cuenta que «más no es mejor».
En este contexto, el farmacéutico debe formarse y actualizar sus conocimientos sobre el papel de los ácidos grasos omega-3 en la salud y la enfermedad, para de este modo poder asesorar a la población a partir de la evidencia científica disponible en la actualidad.
Bibliografía
1. Martínez MA, Yago MD, Martínez E. Lípidos de los alimentos. En: Gil A, Serra L. Libro blanco de los omega-3, 2.ª ed. Madrid: Editorial Médica Panamericana, 2013; 13-32.
2. Williams CM, Burdge G. Long-chain n-3 PUFA: plant v. marine sources. Proc Nutr Soc. 2006; 65(1): 42-50.
3. EFSA Panel Dietetic Products, Nutrition, and Allergies (NDA). Scientific opinion on health benefits of seafood (fish and shellfish) consumption in relation to health risks associated with exposure to methylmercury. EFSA Journal. 2014; 12(7): 3.761.
4. Simopoulos AP. The importance of the omega-6/omega-3 fatty acid ratio in cardiovascular disease and other chronic diseases. Exp Biol Med (Maywood). 2008; 233(6): 674-688.
5. Willett WC. Dietary fats and coronary heart disease. J Intern Med. 2012; 272(1): 13-24.
6. FAO-WHO. Consultation on fats and fatty acids in human nutrition. WHO HQ 2008; November 10-14.
7. EFSA Panel on Dietetic Products, Nutrition, and Allergies (NDA). Scientific opinion on dietary reference values for fats, including saturated fatty acids, polyunsaturated fatty acids, monounsaturated fatty acids, trans fatty acids, and cholesterol. EFSA Journal. 2010; 8: 1.461.
8. National Health and Medical Research Council, Department of Health and Ageing. Nutrient reference values for Australia and New Zealand including recommended dietary intakes. Canberra: Commonwealth of Australia, 2006.
9. Health Council of the Netherlands. Guidelines to a healthy diet 2006. The Hague: Health Council of the Netherlands, 2006/21E.
10. WHO-FAO. Diet, nutrition and the prevention of chronic diseases. Report of a Joint WHO/FAO Expert Consultation. WHO Technical Report Series 916. Genève: WHO, 2003.
11. Lichtenstein AH, Appel LJ, Brands M, Carnethon M, Daniels S,
et al. American Heart Association Nutrition Committee. Diet and lifestyle recommendations revision 2006: a scientific statement from the American Heart Association Nutrition Committee. Circulation. 2006; 114(1): 82-96.
12. Harris WS, Mozaffarian D, Rimm E, Kris-Etherton P, Rudel Ll, Appel LJ, et al. Omega-6 fatty acids and risk for cardiovascular disease: a science advisory from the American Heart Association Nutrition Subcommittee of the Council on Nutrition, Physical Activity, and Metabolism; Council on Cardiovascular Nursing; and Council on Epidemiology and Prevention. Circulation. 2009; 119: 902-907.
13. Institute of Medicine (IOM). Panel on Macronutrients, Panel on the Definition of Dietary Fiber, Subcommittee on Interpretation and Uses of Dietary Reference Intakes and the Standing Committee on the Scientific Evaluation of Dietary Reference Intakes. Dietary reference intakes for energy, carbohydrate, fiber, fat, fatty acids, cholesterol, protein, and amino acids. Washington, DC: National Academies Press, 2002/2005.
14. Aranceta J, Serra-Majem L; Grupo Colaborativo para la Actualización de los Objetivos Nutricionales para la Población Española. Objetivos nutricionales para la población española 2011. Consenso de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC), 2011.
15. Geppert J, Kraft V, Demmelmair H, Koletzko B. Docosahexaenoic acid supplementation in vegetarians effectively increases omega-3 index: a randomized trial. Lipids. 2005; 40(8): 807-814.
16. Informes de la EFSA. Disponibles en: http://www.efsa.europa.eu
17. Gil A, Serra L. Libro blanco de los omega-3, 2.ª ed. Madrid: Editorial Médica Panamericana, 2014.