El tromboembolismo venoso, que comprende la trombosis venosa profunda y el embolismo pulmonar, es responsable de un elevado número de muertes cardiovasculares solo superadas por el infarto y el ictus. Esta patología se observa con mucha frecuencia en individuos hospitalizados y que han sido sometidos a cirugía mayor ortopédica. El tratamiento habitual se basa en la administración de heparinas de bajo peso molecular, medicamentos efectivos y seguros pero que requieren una administración parenteral (subcutánea) de forma diaria. En la actualidad, los estudios e investigaciones llevados a cabo han dado lugar a nuevos anticoagulantes, como dabigatrán, primero, y rivaroxabán y apixabán posteriormente; su administración, además, es por vía oral, con las ventajas para el paciente que ello conlleva.
No obstante esta ventaja inicial, era necesario analizar tanto la eficacia de los nuevos anticoagulantes orales (con respecto a la de los clásicos parenterales) como su seguridad. Para ello, un grupo de investigadores españoles llevó a cabo una revisión sistemática y posterior metaanálisis de los ensayos clínicos que evaluaban la eficacia y seguridad de los anticoagulantes (en comparación con enoxaparina) en la profilaxis del tromboembolismo venoso, en pacientes sometidos a reemplazamiento de rodilla o de cadera.
El resultado principal de eficacia fue la incidencia de trombosis venosa profunda o embolismo pulmonar sintomáticos. El de seguridad fue la incidencia de hemorragia clínicamente relevante (hemorragia mayor o hemorragia no mayor, pero clínicamente relevante). Tras la realización del metaanálisis, se observó que rivaroxabán, comparado con enoxaparina, se asoció a una reducción significativa del riesgo de tromboembolismo venoso (RR: 0,48; IC del 95%: 0,31-0,75), mientras que ninguno de los otros anticoagulantes lo redujo de forma significativa.
En cuanto a la eficacia en la trombosis venosa profunda, rivaroxabán redujo significativamente el riesgo comparado con enoxaparina (RR: 0,40; IC del 95%: 0,22-0,72), mientras que esta tendencia no se observó con respecto al embolismo pulmonar. Por su parte, dabigatrán no se asoció a una reducción significativa del riesgo de trombosis venosa o embolismo pulmonar. Apixabán, en cambio, redujo significativamente el riesgo de trombosis venosa profunda (RR: 0,41; IC del 95%: 0,18-0,95), a la vez que incrementó, también de forma significativa, el riesgo de embolismo pulmonar (RR: 1,25; IC del 95%: 0,38-4,15).
En el análisis de los resultados de seguridad de los tratamientos, rivaroxabán se asoció a un aumento significativo del riesgo de hemorragia (RR: 1,25; IC del 95%: 1,05-1,49), mientras que dabigatrán no mostró una variación significativa. Apixabán, por el contrario, se asoció a una reducción significativa del riesgo de hemorragia (RR: 0,82; IC del 95%: 0,69-0,98), todos ellos comparados con enoxaparina.
Cuando se analizó un resultado clínico global, definido por la incidencia de tromboembolismo venoso sintomático, hemorragia mayor y muerte, no se observaron diferencias significativas con ningún anticoagulante oral comparado con enoxaparina. Tampoco se observaron diferencias significativas con respecto al tipo de cirugía. En resumen, puede afirmarse que se observa una eficacia mayor en los nuevos anticoagulantes a costa de un riesgo incrementado de hemorragia, siendo ambas similares entre los fármacos estudiados.
Arándanos y prevención de infección urinaria
Wang C, Fang C, Chen N, Liu S, Yu P, Wu T, et al. Cranberry-containing products for prevention of urinary tract infections in susceptible populations model. Arch Intern Med. 2012; 172(13): 988-996.
Los resultados de un reciente metaanálisis confirman que el consumo de productos a base de arándanos agrios supone una forma de protección de infecciones del tracto urinario en algunos subgrupos. No obstante, la gran heterogeneidad de los estudios incluidos en el metaanálisis hace muy difícil poder extrapolar conclusiones consistentes, por lo que los resultados obtenidos deberían ser interpretados con gran precaución.
Las infecciones del tracto urinario se definen como la existencia de signos y síntomas en el tracto genitourinario con presencia de un número de bacterias que supera un determinado umbral. Especialmente en mujeres, se estima que aproximadamente la mitad presentarán un episodio de este tipo de infección a lo largo de su vida. Todo esto supone un importante problema sociosanitario, teniendo en cuenta, además, que una tercera parte de estas infecciones pueden recurrir.
El consumo de arándanos agrios (Vaccinium gen.) ha sido una medida popular muy habitual en América del Norte para prevenir estas infecciones. Ello se explicó en un principio por la acidificación que producía en la orina, pero en la década de 1980 se observó que interferían también en la adherencia de las bacterias a las células uroepiteliales. La detección de unas proantocianidinas tipo A podría explicar dicha acción.
Una revisión sistemática de Cochrane había mostrado previamente alguna evidencia acerca de que el zumo de arándanos agrios reducía la incidencia de infecciones del tracto urinario en mujeres con infecciones recurrentes. No obstante, dicho análisis se realizó sobre un escaso número de estudios, por lo que los resultados no son muy concluyentes. Por ese motivo, un grupo de investigadores de la Universidad de Taiwan efectuaron un metaanálisis con todos los estudios existentes sobre el tema de referencia. El resultado principal fue la incidencia de infección del tracto urinario.
Se seleccionaron 13 ensayos clínicos aleatorizados. No obstante, los diseños de estos estudios mostraron bastantes diferencias en cuanto a características principales: paralelos o cruzados, análisis por intención de tratar o por protocolo, diferentes definiciones del resultado principal, tiempos de seguimiento, tipo de poblaciones, etc. Asimismo, variaba mucho la forma de administración de los arándanos (zumo, cápsulas, etc.), así como la dosis (entre 0,4 y 194,4 g/día). Todo ello implica una gran heterogeneidad entre los estudios, haciendo muy difícil una interpretación correcta.
Además, uno de los 13 estudios sesgaba de forma importante los resultados. Sin tener en cuenta este último estudio, el resultado indicaba una reducción del riesgo de incidencia de infección (RR: 0,62; IC del 95%: 0,49-0,80), que podría ser incluso mejor en ciertas subpoblaciones, como mujeres con infecciones recurrentes.
El farmacéutico tiene una importante labor como educador sanitario, por lo que su cometido en este tipo de cuestiones puede ser muy relevante. No obstante, sus recomendaciones deben estar sustentadas en estudios rigurosos que avalen sus afirmaciones. En el caso analizado, los resultados no ofrecen un argumento consistente.