Los farmacéuticos veteranos recordamos que, unos quince años atrás, eran escasas las situaciones de desabastecimiento, afectando en muchas épocas a tres o cuatro productos perfectamente conocidos y recordados por todos. En los últimos años, la situación ha cambiado, en muchos casos por desajustes entre producción y consumo, como también por requisitos de fabricación y calidad. Los desabastecimientos son más numerosos y, en ocasiones, afectan a especialidades de alto valor terapéutico, lo que añade un punto de angustia en nuestra atención a los pacientes al afectar a especialidades clave en el mantenimiento de sus tratamientos y difícilmente sustituibles. ¿Qué hacer? Llevar a cabo numerosas búsquedas en proveedores, consultas a médicos, principios activos similares, etc.
En una situación como ésta, todos los recursos deberían ser tenidos en cuenta y, en la práctica, esto no sucede en muchas ocasiones.
Los ejemplos de casos reales son los que mejor ejemplifican la situación:
a) Llevamos ya casi dos años de desabastecimiento de sulfona oral, un medicamento que actualmente se utiliza en indicaciones muy precisas y minoritarias, como dermatitis herpetiforme, lupus eritematoso, etc. Los pacientes que lo precisan tienen cuadros clínicos complejos y de difícil sustitución del tratamiento.
Conservo la carta que me dirigía hace ya un tiempo una doctora de medicina general de Granada que padecía dermatitis herpetiforme, y por tanto era ella misma la paciente. Me indicaba que llevaba 2 meses sin tratamiento, y que la administración sanitaria le había indicado que la única vía posible era la solicitud de medicamento extranjero. La había realizado, y llevaba esos dos meses sin disponer del medicamento, por lo que el estado de su dermatitis era deplorable.
Consultaba si era posible preparar el medicamento mediante formulación. Al indicarle que sí, que sólo era precisa una prescripción médica con la dosis de su tratamiento y que en un tiempo breve dispondría de él, la doctora-paciente no daba crédito a que nadie hubiera sabido informarla de la posibilidad de la formulación, pues ello le hubiera ahorrado su empeoramiento clínico.
b) Actualmente también tenemos desabastecimiento de la especialidad farmacéutica con clorhidrato de pilocarpina, para tratamiento de la xerostomía intensa (sequedad bucal) de distintos orígenes. Me comentaba la responsable de un importante servicio de farmacia en la provincia de Barcelona que se amontonaban sobre su mesa los casos de pacientes en esta situación, y para quienes la autoridad sanitaria indicaba la vía de solicitud de medicamentos extranjeros.
Analizando la situación, veíamos que la elaboración del tratamiento con clorhidrato de pilocarpina mediante formulación permitía el suministro inmediato del tratamiento a los pacientes, sin demora, y a un precio un 50% inferior al de la especialidad farmacéutica correspondiente. Por lo que tampoco se comprendía en modo alguno que se señalara la vía de la importación como la única para la disponibilidad del tratamiento.
Los casos expuestos, a los que podríamos añadir otros muchos, son un claro ejemplo de cómo el recurso a la formulación es un camino que permite solucionar diversos casos de desabastecimiento con rapidez (sin que el paciente tenga que interrumpir su tratamiento y, por consiguiente, empeorar), y en algunos casos siendo más coste-efectiva que otras.
La situación de desabastecimiento conlleva un componente de carencia para el paciente y de incomodidad para el prescriptor y farmacéutico, lo que hace que cualquier vía que con garantías asegure la continuidad del tratamiento tenga que ser tenida en cuenta. Y la formulación lo es en muchos casos, como en los expuestos, de modo que debería ser tenida en cuenta por delante de rigideces en la aplicación de protocolos administrativos que la excluyen o infravaloran.
En el documento-marco sobre Formulación recientemente aprobado por el Consejo General, y en sus conclusiones, se señala que una perspectiva restrictiva sobre la formulación limitaría injustificadamente la prescripción y, en muchos casos, podría suponer la prescripción de alternativas más costosas para el sistema sanitario. Los desabastecimientos son un claro ejemplo de todo ello.