Articulaciones bajo presión

Hace algunos años, alguien vaticinó que en el siglo XXI los 50 serían los nuevos 30. Lo que no tuvieron en cuenta es que, aunque aparentemente nuestro aspecto pueda corresponder a una persona 20 años más joven, nuestras células envejecen conforme cumplimos años ya que su ritmo de renovación se enlentece con el paso del tiempo.

Articulaciones bajo presión

El problema es que queremos seguir el mismo ritmo de vida: trabajo, deporte, salidas, casa, hijos..., y que no tenemos en cuenta la presión y el desgaste progresivo al que sometemos a nuestras articulaciones hasta que aparece el dolor, normalmente relacionado con el movimiento articular. El dolor frecuentemente se localiza en manos, rodillas, caderas, en el dedo gordo del pie y en las vértebras cervicales y lumbares.

En la exploración médica realizada al paciente con esta sintomatología se observa que ese dolor mejora con el reposo y empeora a lo largo del día con el movimiento, lo que la mayoría de las veces lleva a un diagnóstico de osteoartritis o artrosis (con rigidez y dolor a partir de los 40 años, aproximadamente). También puede deberse a una artritis reumatoide (inflamación articular presentada entre los 20 y 40 años) y a otras enfermedades reumáticas que suelen diagnosticarse a edades más tempranas y con otras pruebas diagnósticas además de la exploración. La bursitis, la condromalacia rotuliana, las infecciones o la tendinitis son también otras causas de dolor articular.

Este artículo se centra sobre todo en la artrosis y en personas sanas a las que empiezan a molestar sus articulaciones. La causa de esta molestia debe determinarla siempre el médico, pero nosotros, como farmacéuticos de farmacia comunitaria, podemos aconsejar métodos preventivos y aportar nuestro consejo farmacéutico cuando ya aparecen los síntomas.

Prevención y estilo de vida
Con respecto a la artrosis, la primera recomendación al llegar a los 40, o incluso antes, debe centrarse en la prevención de esta patología que produce degeneración articular. Para ello debemos mantener un estilo de vida saludable, con una dieta rica en nutrientes y ejercicio físico constante y adecuado a la edad. Es muy importante evitar el sedentarismo y la obesidad, que agravan los síntomas y agudizan el dolor. Debemos saber que la degeneración articular (osteoartritis o artrosis) no se cura, aunque sí puede detenerse: por eso es tan importante la prevención.

Es un caso típico de circulo vicioso en el que comenzamos con el dolor y seguimos con el sedentarismo para minimizarlo, lo que nos lleva a un aumento de peso que incrementa a su vez la probabilidad de afectación cardiaca si es excesivo (obesidad), y de nuevo al sedentarismo y al dolor.

Para prevenir el desgaste de las articulaciones afectadas y evitar someterlas a presiones innecesarias, deben tenerse en cuenta una serie de medidas físicas:

Se aconseja hacer ejercicios de estiramiento.

  • Controlar la postura, tanto sentado como de pie.
  • Para cuidar la columna, utilizar sillas con respaldo recto y regulable en altura.
  • Que la cama sea de una dureza media, de modo que se adapte al cuerpo sin hundirse.
  • Ser constante en el ejercicio físico que se realice, controlando su frecuencia y su intensidad.

Si quieres iniciarte en el deporte, debes tener en cuenta una serie de factores para que tus articulaciones no sufran:

  • Elige un deporte acorde con tu edad y tu tipo de vida.
  • Empieza siempre calentando los músculos con ejercicios de coordinación y de fuerza.
  • Mantén una alimentación equilibrada.
  • Hidrata correctamente tu cuerpo: antes, durante y después del ejercicio.
  • Utiliza ropa cómoda y transpirable y calzado deportivo cómodo. Evita esfuerzos violentos. Aumenta el ritmo de forma progresiva.
  • Sé constante: ponte un calendario y una meta asequible.
  • Relaja y estira siempre al terminar. Puedes aplicar frío en las zonas doloridas y/o alguna crema con árnica y harpagofito.
  • Protege con ortesis de ortopedia deportiva aquellas articulaciones que estén afectadas o que puedan sufrir excesivamente con el ejercicio.

Si cumples estas pautas, mantendrás tus articulaciones bajo control y retardarás la aparición del dolor.

Tratamientos y prevención
En caso de dolor agudo de aparición brusca y persistente, el tratamiento principal que se instaura en medicina general son los antiinflamatorios no esteroideos (AINE), lo que supone exponerse a sus efectos secundarios, que pueden aparecer sobre todo si el dolor se cronifica (pues no cambiamos nuestros hábitos a no ser que sea muy fuerte) y alargamos su uso.

Si queremos reducir o detener la degeneración del cartílago y evitar el dolor, los AINE pueden utilizarse en combinación con otros principios activos:

  • Glucosamina (como fármaco o extraída de los crustáceos): protege las articulaciones de problemas derivados del uso de corticoides y AINE.
  • Condroitín sulfato o condroitina (como biofármaco o extraído del cartílago de tiburón): que protege y estimula la formación de líquido sinovial, con lo que mejora la movilidad articular.

Todos ellos pueden utilizarse de forma aislada, pero se aconseja asociarlos, pues juntos potencian su efecto ante la degeneración articular y disminuyen el dolor de forma más efectiva. En sinergia, aportan al cartílago la mejora de sus propiedades elásticas, por lo que también minimizan la impotencia funcional.

La glucosamina, sin embargo, debe usarse con precaución en pacientes con hiperglucemia y con hipercolesterolemia por su tendencia a elevar ambos niveles en sangre, lo que excluye a un gran número de crónicos, así como a los pacientes con alergias al marisco. El condroitín sulfato no puede administrarse en pacientes que reciban tratamiento de antiagregantes plaquetarios, y requiere también un control exhaustivo en pacientes con insuficiencia coronaria o renal.

Además, hay que tener en cuenta las posibles alergias a los principios activos o a cualquier otro de sus componentes, de modo que, a menudo, es necesario buscar alternativas tanto para la prevención como para el tratamiento.

Fitoterápicos y complementos alimenticios
En el campo de la prevención se utilizan algunos complementos alimenticios:

  • Colágeno: sustancia presente en la mayoría del tejido conjuntivo de nuestro organismo. Al ser de origen proteico, tiene una misión estructural tanto cutánea como articular. Se comercializa en cápsulas o en polvo para disolver. Es muy utilizado por los deportistas.
  • Magnesio: elemento químico indispensable en la formación de proteínas (enzimas, anticuerpos, algunos neurotransmisores, tejido muscular, tendones, vasos sanguíneos, materia orgánica de los huesos, etc.), en el funcionamiento del sistema nervioso y en la relajación muscular. Actualmente casi todos tenemos déficit de magnesio en la dieta debido al ritmo de vida y a las comidas rápidas. Podemos mejorar nuestro estado general simplemente con el aporte de este mineral, tanto en suplementos alimenticios como enriqueciendo nuestra dieta con alimentos como el chocolate negro o los frutos secos. Asociado al colágeno contribuye activamente a la regeneración de los tejidos.
  • Ácido hialurónico: lubricante natural de nuestras articulaciones. Se administra normalmente asociado al colágeno y al magnesio.
  • Ácidos grasos omega-3: extraídos a veces del aceite de krill, se utilizan por sus propiedades cardioprotectoras, pero también porque protegen contra la inflamación.
  • Vitaminas como la C y la E son antioxidantes y antienvejecimiento.
  • Oligoelementos como el zinc (participa en la división y crecimiento celular, y mejora del sistema inmunitario) o el selenio (participa en la producción de enzimas antioxidantes) suelen estar presentes en la dieta y en muchos complementos alimenticios.

Nuevas investigaciones en productos fitoterápicos destacan que determinados principios activos obtenidos de las plantas mitigan la inflamación y el dolor articular, eliminando muchos de los posibles efectos adversos que producirían los medicamentos. Entre ellos podemos destacar los siguientes:

  • Cúrcuma: raíz cuya trituración en polvo se ha utilizado como condimento y colorante en países como la India. Numerosos estudios le atribuyen cualidades como analgésico, antiinflamatorio y cicatrizante.
  • Harpagofito (garra del diablo): según la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) es el antiinflamatorio tradicional para inflamaciones articulares leves. Muy utilizado para calmar el dolor y mejorar la movilidad en enfermedades reumáticas gracias a sus principios activos (harpagósido y procúmbido). La dosis es de 500 mg del extracto de la raíz de la planta 3 veces al día. No hay estudios realizados en niños, mujeres embarazadas ni en lactantes. A veces se asocia al sauce o a la valeriana.
  • Boswelia: también conocida como incienso indio, de la que se extrae el ácido boswélico, que ayuda a inhibir la formación de la enzima 5-LO(5-lipooxigenasa) bloqueando la síntesis de sustancias proinflamatorias. Hay estudios que demuestran que posee un efecto sedante y antiinflamatorio. Puede actuar a nivel articular y epidérmico. Se ha observado que no produce degradación tisular. También está probada su acción antiinflamatoria intestinal, por lo que es muy utilizada en el síndrome del intestino irritable. La dosis recomendada para la osteoartritis es de 1.200 mg/día de extracto seco dividido en 3 tomas.
  • Jengibre: contiene un potente antioxidante que protege la piel y los tejidos de los radicales libres y previene la degradación del colágeno.

Algunos estudios han constatado una reducción del 68% del dolor articular y la rigidez cuando se combinan jengibre y boswelia, sobre todo si el dolor está localizado en las articulaciones de los dedos y las manos.

Conclusión
Con una vida sin estrés, deporte moderado y una alimentación equilibrada acompañada de complementos alimenticios adecuados a las necesidades de cada uno, podremos mantener nuestras articulaciones sanas y bajo control. «Una vida sin dolor es una verdadera vida.»